Un envase vacío

Sí, a veces pienso que te puede atraer más otro tacto. Pero solo mis manos te escribirían las cartas que yo pudiera dedicarte si te aprendiera a querer.
Sí, por un rato me comparé con su cuerpo. Pero fue solo un rato. Ella es hermosa, y yo también. Pero solo mi cuerpo se trasladaría a cualquier parte si necesitaras un abrazo urgente. No sé si abundan las personas que así de mucho sepan querer.
Sí, hay rostros perfectos. No estoy segura de que cualquier oído te preste la atención necesaria cuando hablas de eso que te apasiona, y sospecho que es difícil encontrar dos veces a alguien que le sonría a todos tus chistes. Incluso a los más tontos. No siempre existe esa clase de complicidad.
A veces me pone triste no ser ella. Y después lo recuerdo: soy yo. ¿Alguien más tiene la fortuna de ser yo? 
Sí, podés buscarme. Pero no me vas a encontrar dos veces, porque mi cuerpo no es un envase, yo no soy un producto, y lo que realmente valgo está fuera de stock.
Me comparé tanto tiempo con los demás, y se volvió tan cansador, que por fin lo entendí: a esta altura del juego solo puedo aprender a quererte si me enseñás a hacerlo. Y me vas a enseñar a quererte demostrándome que, en un mundo cada vez más superficial, vos me elegís por lo que me diferencia. Y que, justamente por eso, no es mi trabajo parecerme más al resto, sino seguirme diferenciando. Porque las demás no son mi competición.
Sí, me podría atraer más otro cuerpo, pero quiero al tuyo, porque si me acerco lo suficiente, si recuesto mi cabeza en tu pecho, escucho tu respiración. Y cuando te escucho respirar pienso, para qué negarlo, que sería fácil aprender a quererte si me demostraras que me querés realmente por lo que soy. Porque yo sé que los otros cuerpos existen, y que podría compararte con ellos, pero también sé que no lo haría, porque ni vos sos tu cuerpo, ni ellos son vos.
No, no es mi trabajo luchar por nadie. No tengo que hacerle ver lo que valgo a nadie. No quiero competir contra ningún cuerpo ajeno por nadie. Y si tengo que  pelear para que me aprendas a mirar, si tengo que enseñarte cómo se quiere, si tengo que competir como si todo lo que soy fuera un mero trofeo intercambiable por otro mejor: no quiero ganar yo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero