Las razones de tu adiós

No me des las razones que te pido. No las necesito, aunque proclame que sí. 
Vos andate. No me expliques por qué ya no me querés. Sé que no lo sabés, y si lo supieras, no me serviría de nada escucharlo. Tal vez prefiera ignorarlo todo. Puede que sea mejor así.
No tengas miedo de decirme que no te importo. Que ya no pensás en mí cuando escuchás nuestra canción. Yo voy a intentar no llorar enfrente tuyo para no romantizar la despedida. No voy a darte lástima. No quiero darle lástima a nadie que en algún momento me tuvo cariño. Y si en el pasado lo hice, ya aprendí.
Puede que en cuanto cruces la puerta me desmorone. Que te sufra, que te odie por un tiempo, y que me olvide de comer. Puede que, incluso, quiera volver atrás para haberte obligado a darme las razones. Una por una. Puede que sienta que sin ellas jamás nos voy a comprender.
No me las des. Aunque te convenza de que me asfixio si no las recibo. Aunque borracha te llame y te pregunte "por qué". Aunque creas que las tenés claras.
No me nombres la pelea que tuvimos hace tres semanas por una tontería que ya no recuerdo. No me digas que la monotonía nos desgastó y todas esas frases armadas que se dicen cuando no se quiere más y se intenta explicar qué pasó. No me sirve escucharte nombrar mis defectos, los que ya me sé de memoria.
No me des las razones que te pido. Los sentimientos desconocen de razones, y aunque me las des, no voy a lograr con ellas que te enamores de mí otra vez. Es muy probable que te las estés inventando a vos mismo, porque dejé de querer muchas veces, y me dejaron de querer a mí. Y si algo aprendí es que las explicaciones no existen, no importan, no valen nada. Si te querés ir, andate.
Jamás te retendría.
Pero llevate con vos todo lo que le pudo haber seguir a tu adiós.
El punto final va después de la despedida. Todo el resto llega tarde. Cuando ya no se puede salvar nada. Cuando solo sirve para torturar a quien lo hubiera hecho todo para mantener el cariño del otro, pero ya tiene tiempo. 
Hubiera hecho todo para mantener tu cariño, pero después de la despedida, no importa qué hicimos mal: ya no tenemos tiempo. 

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