El olvido

Ahora la tormenta es torrencial, puedo escucharla desde mi habitación. Puedo ver, por el ventanal, como caen las gotas con violencia. Puedo observar como chocan contra el pavimento. Las veredas están inundadas. El cielo se ilumina y los truenos me asustan. En este instante es todo lo que importa.
Y en breve va a parar.
Puede que en unos meses no me acuerde con precisión cuándo fue que llovió, y en un año, este momento, este ahora que lo abarca absolutamente todo, este presente, que me es tan significativo, no va a ser nada.
Ni siquiera un recuerdo.
La mayoría de los días se disipan en el olvido. 
No quiero tenerle miedo al paso del tiempo, pero la poca arena que sostengo en mis manos se escurre entre mis dedos y se cae.
Ahora la tormenta es torrencial. Y la tormenta me importa. Todos mis sentidos están prestándole atención. Disfruto de estar sentada frente al ventanal. Es esencial este presente. 
Pero se está escapando.
No le tengo miedo al paso del tiempo. 
Pero tengo terror de que el tiempo pase sin dejar nada. De mirar hacia atrás algún día, y no poder recordar si hubo días soleados, nublados o lluviosos, y si yo en alguno de ellos, al menos por ese rato, me supe sentir feliz.

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