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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Lo que me doliste

Algún día voy a decirte Lo que me doliste Te voy a ir a buscar A dónde sea que te encuentres A cualquier parte del mundo Aunque pasen diez o  veinte años Aunque estés comprometido Casado Con hijos Aunque te hayas Teñido el pelo O cambiado la identidad Aunque ya no te reconozca Y estés preso O rodeado de seguridad personal Yo voy a ir De alguna manera Voy a ir sola Y no va a durar más que unos segundos Yo voy a saber que sos vos Aunque hayas engordado treinta kilos O lleves una máscara o un antifaz Yo voy a saber que sos vos Porque doliste Y el dolor se graba en el alma Como la tinta en la piel Yo voy a ir Su ceda lo que suceda Aunque ya no duela Especialmente si ya no duele Y te voy a decir "Me heriste". Y vos te vas a reir Con una risa maléfica  Y me vas a decir "Si noté Que te estaba lastimando No me importó Y si no noté Que te estaba lastimando No me importaste Ahora despertate Que es

Esto también pasará

Leí una frase: ''Tus ojos no pueden saberlo todo''. No pueden, ni aunque intenten, pronosticarlo todo. No pueden, ni aunque quieran, predecirlo todo. No podés saberlo todo. A veces me da terror que mi futuro no sea nada, excepto más de este presente. Porque este presente no me gusta. A veces me convenzo de que sé lo que va a pasar. De que sé que no va a pasar nada de nada. Que todo, en cada aspecto, va a ser así para siempre. Y me asusto. Porque así no lo quiero. Pero leí una frase que tenía anotada en una libreta vieja. ''Tus ojos no pueden saberlo todo''. No es mucha esperanza, pero me genera perspectiva. Me hace pensar que existen periodos de transición, en los que todo parece ser monótono, rutinario, estático, en los que la vida no sorprende. En los que las cosas todavía no tomaron forma, y nos encontramos en un lugar en el que no nos sentimos cómodos porque es proceso, y no resultado. Pero que son de transición por estar llevándon
''No estés mal. Solo podemos hacernos cargo de lo que hacemos. Y de lo que hacemos, a veces, tampoco." Soñé que me decían. Pero en realidad me lo dije. Me lo dije a mí misma, cuando lo soñé. Vivo caminando con la mochila demasiado pesada. Pido perdón más de la cuenta, disculpas en todo momento, y si el problema es del otro conmigo, me lo apropio yo. Los errores no me los disculpo nunca. Más bien los cargo atrás, como castigo.  Pido perdón más de la cuenta, pero yo nunca me lo acepto. O, tal vez, no me lo aprendí a pedir. 

El mensaje que del otro lado no interesa

Te quiero decir muchas cosas, pero todas suenan parecido. Todas suenan a destiempo. O a innecesariedad. El mensaje que del otro lado no interesa muere sin ser recibido. Entonces no digo nada. Y callo. Porque todo sonaría parecido. Todo lo que yo puedo confesarte te daría lástima. Y yo no quiero darte lástima. La mayoría de las cosas ya las sabés. Siempre fuiste muy inteligente. Siempre me conociste bien.  Pero no quiero decir nada, y si lo dije, fue sin querer. Porque no quiero dar lástima. Ni quiero que me digas que no. Si ya sé que no. De qué me serviría escucharlo de tus labios. Entonces no me respondas. Porque si yo escuchara que no de tus labios, me miraría al espejo, y sentiría la misma lástima que sé que te da saber que -todavía- te sigo queriendo. Y yo no me quiero dar lástima. Porque todavía, un poco, me sigo queriendo.

Terror de perderte

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¿Qué pasa después de los tres segundos durante los cuales algo deja de funcionar? ¿Qué pasa cuando todo vuelve a la normalidad? ¿Qué sucede cuando el monitor de la computadora revive tras haberse quedado en negro por un instante? ¿O cuando el celular se enciende tras haberse apagado solo, o tras la primera caída? ¿Qué viene luego de la primera falla? ¿Del primer signo de fragilidad? Viene el sentimiento de que, aunque todo pareciera igual, ya no lo es.  De que lo que había era nuevo. Y era algo. Y de que ahora lo que hay es otra cosa. De que, por más que a simple vista nada parece haber cambiado, todo cambió. Porque lo que tenemos presentó esa primera falla que nos advierte que en cualquier momento puede haber más, porque es débil y corruptible, y que incluso puede que pronto ya no lo tengamos. Nos sentamos frente al monitor que ayer, durante tres segundos, se olvidó de funcionar, y sentimos pánico. Sabemos que lo que vemos es falso. Que ya no es lo mismo que anteayer. Aunq

Dejarte ganar

Lo que duele del que decepciona con palabras hirientes, es que ya no podés quererlo sin recordarlas. Me defraudó tanta gente ya, que aunque pida manos prestadas me van a faltar dedos, y vivo aguardando que suceda. Pero de vos no lo esperaba. Y cuesta recuperarse de un golpe que te noquea cuando lo recibís de una de las pocas personas que creíste que siempre serían las que te iban a alentar a levantarte y pelear otro round. Pero vos estás parada enfrente mío, dentro del ring, y yo estoy tirada en el piso. En menos de cinco segundos el anunciador va a hacernos saber que ganaste, va a venir a levantarte los brazos en señal de victoria, y el público desde las gradas va a festejar. Lo escucho gritar ''cuatro... tres... dos...'' Tal vez me quede fuerza para pararme, pero prefiero dejarte ganar. Prefiero que la cuenta regresiva de este juego absurdo al que nos sometiste llegue a cero, que alguien te levante los brazos para que el público aplauda, y que te des cuen

Mi única venganza.

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Que te defrauden es que tu silencio no tenga absolutamente nada para decir, y yo en este momento estoy vacía de palabras. Podría alimentar el fuego que propagaste y declararte la guerra, pero para que la guerra empiece me necesitás a mí, y yo no puedo pensar en lastimarte. Sólo quiero que todo esto termine.  Te escucho hablar de mí, y tus provocaciones no hacen más que dejarme más callada. Todavía estoy muda porque no comprendo que sucedió ni cómo fue que justo vos me decepcionaste de esta manera. Me cuesta escribir qué siento cuando mis sentimientos están entumecidos. Como si tu traición los hubiera congelado y ahora ya no me importara hacerte saber lo que me hiciste. De cualquier forma, diga lo que diga, no me vas a creer. Te estoy viendo atacar y sólo puedo pensar cuándo fue que decidiste que sería tu enemiga. No es el lugar que voy a ocupar, entonces no respondo. Me dejo pegar, no por débil, sino porque sigo sorprendida. ¿Cuándo nos arrastraste al campo de batalla? ¿Cómo es qu

Nuestro restaurante

Necesito contarte que volví a nuestro restaurante preferido. Necesito decirtelo, por alguna razón que ahora no recuerdo. La supe, la tenía. Pero la olvidé. Necesito mirarte a los ojos y decirte que todo sigue igual. Al menos ahí. Por lo menos ahí. Aunque no es verdad. Los mozos no son los mismos. Y nuestro plato preferido, el del salmón a la crema, ya no está en la carta. El buzo viejo que usé la última vez que fuimos, que me quedaba grande porque era tuyo, lo di hace mucho tiempo. Pero todo lo demás es igual, y eso es lo que importa. Importa que la esquina es la de siempre, que nuestra mesa sigue existiendo, y que ayer volví, y era todo casi igual.  Menos la distancia entre nosotros dos. Necesito tocarte para acordarme de que existís, de que la gente como vos existe. O que me toques, para poder sentir otra vez tu tacto, y así, quizás, si tengo suerte, recordar por al menos un segundo, cómo me sentía cuando me sentía feliz.  Yo sé que viví en la felicidad, al menos por un par

Vamos a expirar

Me llegó una notificación del Preguntados: "Apurate. Tu partida con gonzalo está a punto de expirar” Y pensé en jugar. Pensé en responder mal preguntas que sabía y dejarte ganar, en pos de impedir que termine el juego. Hace tres días no hablamos, ¿O ya son cuatro? Porque son las 00:00, y el preguntados me dice que estamos a punto de expirar. "Ya expiramos", le respondo. ¿Le respondí, en voz alta, al celular?  Me río. La brecha entre la cordura y la locura se acorta cuando la distancia entre tu cuerpo y el cuerpo que amás crece. Pero el preguntados nos quiere dar una oportunidad más. "Apurate. Faltan 24 horas para que tu partida con Gonzalo expire", me llega al rato. Como si el primer aviso no hubiera sido suficiente. Como si necesitara, encima, una cuenta regresiva, sin saber qué va a pasar cuando llegue a cero. Y cuando llegue a cero, no va a quedar nada de nosotros. Nada de nada, en ningún lado. Y no va a pasar nada. No me va a explot