Entradas

Mostrando entradas de junio, 2018

Abuelo💕

Volvé. Cuando quieras, cómo quieras, inventa cualquier razón, cualquier excusa o justificación. Volvé, al menos por un rato, con eso me conformo. Yo voy a fingir creerte, vos decime que estuviste ocupado, que los días allá dónde estás son años, que nunca dejaste de pensar en mí. Curá todas estas heridas con un abrazo, no importa el momento, yo te voy a recibir, vos decime que todo este tiempo estuviste deseando el encuentro. Decime que allá arriba sos feliz, pero que no podés tolerar el frío que siento sin vos y que te escapaste un ratito para darme fuerzas, decime que sentís el dolor de mi corazón, pero que estás en cada latido, por favor, jurame que no te fuiste, que si sonreís sonrío con vos. No te preocupes por la hora, yo voy a estar despierta, mirando fijamente a esa puerta que nunca más te vio pasar. No necesito que me expliques como hiciste, decí lo que quieras y yo voy a jugar a comprarte cualquier mentira. Volvé, un segundo me alcanza y me sobra, dejame respirarte otra vez.

Vos

Vos poné el cómo y el cuándo, que yo tengo el por qué: Porque sí, porque vos y yo, porque hoy y siempre. Vos decime dónde, que yo ya tengo el quién: Vos, nosotros, cómo, cuándo y dónde sea. Es que no me importa tanto el cómo, si sé que el resultado nos encuentra juntos. Y no me importa en qué momento, mi amor es paciente cuando se trata de tu presencia al lado mío. No quiero saber dónde, en dónde sea si estamos juntos. No quiero que pienses que exagero, es que así te haces sentir. Y cuando se trata de pensarte, no me imagino ningún lugar, no me imagino ninguna fecha, no me imagino ninguna manera, sólo sonrío: Vas a suceder. Y cuando se trata de ansiedad, no la tengo, mi espera es casi religiosa. Así que hace lo que tengas que hacer, no te cruces conmigo hasta que sea el momento, sonreí e ilumina a todos, derretí corazones, seguí siendo justo como sos. Cuando tenga que ser yo sé que vamos a ser, que las cosas se van a dar justo como tienen que darse para que sea, porque hoy yo sólo pie

Perderse

Te amé a pesar de todo, a pesar de todos, y a pesar de mí. Aposté a vos llevándole la contra a mis miedos, al temor de que nuestro destino fuera el desencuentro, de que el final nos encontrara pronto sin importar cuánto me aferrase a nosotros. No escuché a nadie, no me escuché, cargué con la ansiedad encima, te quise dejando a un lado la incertidumbre porque tenía una certeza, y esa certeza eras vos. No me sorprende que ahora no sepa cómo volver a abrir mi corazón: Es que te amé. Te amé a pesar de todo, de todos, y a pesar de mí. Y cuando al fin me escuché prometí jamás volver a mentirme. Es que mi certeza eras vos, no nosotros. Y por tanto protegerte, en algún momento de nuestra historia, me perdí. Te amé a pesar de perderme, y tal vez por eso ahora, que pude salvarme y reconstruirme, no quiero nunca más volver a dejarme de lado. Te amé a pesar de mí, y ahora, sobria de un amor que por poco me mata, sé que hay partes de mi cuerpo que ya no tolerarían otro corte. No me quedan tantos

Primera vez

Nada tiene gusto dos veces a primera vez. Nada sabe dos veces a primer encuentro. Los besos no son los mismos más adelante, la adrenalina y la incertidumbre de la primera impresión se experimenta una vez por persona, las cosas se estrenan una sola vez, los lugares se conocen una sola vez, las comidas se prueban una sola vez. Después, ya es otra cosa, ya es algo distinto, ni mejor ni peor, solo distinto. Por eso nos gusta lo inacabado, lo que solo empezó. Porque lo que nunca fue, nunca terminó. Porque en nuestra mente ese momento jamás cambia, esa persona jamás envejece, ese beso jamás se enfría, y no podemos visualizar lo que no sucedió: No podemos imaginarnos sintiendo algo en ese lugar que no sea nuevo, que no se sienta como principio, no podemos imaginarnos ningún beso de esos labios que no nos haga temblar. Tal vez por eso Mario Benedetti dijo que los amores eternos son los más breves. Porque en nuestra mente esos momentos se congelaron en la inocencia del principio, y esos amores

Septiembre

Me acuerdo de esa conversación que tuvimos el septiembre pasado, me acuerdo que te confesé mi preocupación más grande, te dije que mi mayor miedo era el paso del tiempo. Y el tiempo, irremediablemente, pasó.  Ese septiembre te confesé lo que más me inquietaba por dentro. El tiempo nos roba todo, te dije. Ahora entiendo que no hace más que llevarse consigo lo que no tiene destino de permanencia. Yo estaba asustado. Estaba asustado de que el tiempo te llevara a vos, y me dejara acá, como eventualmente hizo. Estaba asustado de este presente que hoy nos encuentra separados. Estaba asustado de saber que un día ya no iba a ser septiembre, ya no ibamos a estar juntos en tu habitación, ya no iba a ver tu risa, ya no iba a ser la razón. Me acuerdo que esa tarde de septiembre me dijiste que ibas a estar siempre, me acuerdo también que jamás creí en ningún siempre. Todos me generan melancolía, melancolía de estar prometiendo algo aún sabiendo que te estás mintiendo a vos, y al otro, miedo de n

Lo que soy

A veces planeamos cosas y el camino se nos desvía, y nos encontramos diferentes, pensando en otra sintonía, y ya no somos las personas que hicieron esos planes, juraron esas promesas. Ya no te amo para toda la vida, ya no quiero desayunar todos los días dos tostadas, ya no pienso que las opiniones rígidas son sinónimo de madurez y que permitirse cambiar sinónimo de hipocresía, ya no sé si estoy segura de tantas cosas, ya tengo claro todo lo que no me gusta, ya pasé por varias tormentas, hice sufrir muchas veces y no fui siempre la víctima, ya aprendí que a veces simplemente es el otro quien no te merece, y acepté que no soy la que fui ni voy a ser la que soy. Admití errores, pedí disculpas, reconocí miedos, comprendí que no me hacía menos fuerte no mostrarme siempre feliz, no sentirme siempre capaz, no sonreir cuando no sentía que hubiese alguna razón. Ahora sé que hablar sana, ya no me guardo mis problemas en un cajón, ya no puedo decir en voz alta que no me quiero, ya no me gusta las