Primera vez

Nada tiene gusto dos veces a primera vez. Nada sabe dos veces a primer encuentro. Los besos no son los mismos más adelante, la adrenalina y la incertidumbre de la primera impresión se experimenta una vez por persona, las cosas se estrenan una sola vez, los lugares se conocen una sola vez, las comidas se prueban una sola vez. Después, ya es otra cosa, ya es algo distinto, ni mejor ni peor, solo distinto.
Por eso nos gusta lo inacabado, lo que solo empezó. Porque lo que nunca fue, nunca terminó. Porque en nuestra mente ese momento jamás cambia, esa persona jamás envejece, ese beso jamás se enfría, y no podemos visualizar lo que no sucedió: No podemos imaginarnos sintiendo algo en ese lugar que no sea nuevo, que no se sienta como principio, no podemos imaginarnos ningún beso de esos labios que no nos haga temblar. Tal vez por eso Mario Benedetti dijo que los amores eternos son los más breves. Porque en nuestra mente esos momentos se congelaron en la inocencia del principio, y esos amores quedaron para siempre mágicos: Con gusto a una eterna primera vez.
Sol Iannaci

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