Septiembre

Me acuerdo de esa conversación que tuvimos el septiembre pasado, me acuerdo que te confesé mi preocupación más grande, te dije que mi mayor miedo era el paso del tiempo. Y el tiempo, irremediablemente, pasó. 
Ese septiembre te confesé lo que más me inquietaba por dentro. El tiempo nos roba todo, te dije. Ahora entiendo que no hace más que llevarse consigo lo que no tiene destino de permanencia. Yo estaba asustado. Estaba asustado de que el tiempo te llevara a vos, y me dejara acá, como eventualmente hizo. Estaba asustado de este presente que hoy nos encuentra separados. Estaba asustado de saber que un día ya no iba a ser septiembre, ya no ibamos a estar juntos en tu habitación, ya no iba a ver tu risa, ya no iba a ser la razón. Me acuerdo que esa tarde de septiembre me dijiste que ibas a estar siempre, me acuerdo también que jamás creí en ningún siempre. Todos me generan melancolía, melancolía de estar prometiendo algo aún sabiendo que te estás mintiendo a vos, y al otro, miedo de naturalizarlo, de que el amor se vuelva una ficción en la que actuás. Miedo de todos los para siempre que ya escuché, miedo de todos los que voy a escuchar. 
Me da miedo el paso del tiempo, te dije. Y me contestaste que vos también. Que le tenías miedo a las arrugas, y miedo a que tus piernas ya no tengan la misma vitalidad, y miedo a la vejez. Te di un beso en la frente y decidí terminar la conversación.
Es que ese día, ese día en la cama que compartíamos en el departamento que habíamos decidido alquilar juntos, ese día te confesé mi más terrible preocupación, y vos no la entendiste. Porque vos no estabas pensando nuestra relación, ni lo que iba a durar, ni en los para siempre, ni en las mentiras, ni en el tiempo. Vos la estabas sintiendo. Y yo la pensaba. La pensaba tanto, que tal vez por eso, hoy este junio nos encuentra distanciados. La pensaba tanto que quizás mi preocupación no era perderte, sino tenerte y no estar ahí porque estaba pensando en el futuro, estaba pensando en que era cuestión de tiempo admitirme a mí mismo que vos no eras mi lugar porque yo te pensaba, te pensaba tal vez mucho más de lo que te sentía.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero