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Mostrando entradas de marzo, 2020

Mi adiós

Yo no necesito llamar tu atención de formas humillantes, porque yo tengo la razón, y la razón no necesita de pretextos para hacerse notar. La razón es un susurro tranquilo que cuando te canses de hacer el ridiculo vas a escuchar: me alejé porque antes y después de que me aleje, te encargaste de hacerme sentir segura con mi decisión. No lo hagas todavía más vergonzoso, y aceptalo, porque siempre lo supiste: me estabas perdiendo, y ahora que me perdiste, seguís dándole motivos enormes a mi adiós.

Después del minuto ocho: adelanto

23/03/2018 Dormí toda la tarde para olvidarme de lo frustrada que me sentí ayer por la mañana. Me levanté a las cinco y me fui al salón de fiestas. Esa noche había un casamiento. No hay nada que deteste más que cuando tocan casamientos. Lo peor de dos mundos, segunda parte. Para mí, la más tediosa. Los vestidos de fiesta, los trajes elegantes, la alegría de todas las personas a flor de piel, los perfumes importados, las sonrisas forzadas. Nadie desencaja. Todos están estúpidamente contentos. Los novios se casan. El resto festeja. Son partícipes de una gran farsa. La quinceañera cumple años. El resto festeja. Creyendo que hay algo que celebrar en estar un año más cerca de la muerte. La música a todo volumen, la animación que en cada evento dice lo mismo cambiando los nombres, los videoclips que jamás en la vida le interesaron a nadie, llenos de fotos viejas, destinados a no volver a verse más. Dinero gastado en fingir que la vida es eso. Y yo ahí, en el medio, pasando

Lo que te voy a contar

Algún día te lo voy a decir, pero todavía falta. Te voy a contar de los suspiros que le dediqué a tu ausencia, y de las veces que te busqué en otros lados y te confundí con otras personas. Te vas a enterar que eras eso que quería, mientras yo no sabía bien que era, y que fui feliz sin tu risa, pero siempre la estuve esperando. Te voy a contar que soñé tropezarme con tu mirada en cada rincón, y que hubo camas que se sintieron vacías, porque quienes la compartían conmigo no eran tu calma, sino más bien tormenta. Te voy a contar que te quise renunciar, porque creí que quizás no existías, y que me resigné a quienes no eran tu clase de amor, hasta que decidí que no iba a conformarme nunca más. Te vas a enterar de las veces en las que alguien se sintió incómodo, de las veces en las que intenté a la fuerza encajar con corazones que no eran a mi medida, y de que por más que amé muchas veces, a todos les faltaba ese algo que vos tenés. Un día te lo voy a contar todo, ahora no, porque el de

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Lo que pasó es que a todos mis ''te quiero ver" no le alcanzaron tus "si queres nos vemos". (Una mera cuestión gramatisentimental). Y acá me tenés, inventando palabras para explicar nuestras diferencias casi imperceptibles pero irreconciliables: todo al mismo tiempo. Es que en donde yo ponía pasión, vos plantabas una duda que nunca se convertía en certeza. Y cuando yo quería decir ''me muero por verte", lo borraba, lo aguaba, lo convertía en un "te quiero ver" cobarde, porque ya lo olía en el aire, ya lo podía presentir: todo lo que iba a recibir de tu lado era un mero "yo también". Y nunca un "yo también" erizó la piel de nadie. Y nunca me erizaste la piel, excepto por frío. Me hiciste sentir siempre mucho frío. Cuando hablábamos, cuando dormíamos, y cuando estabas al lado mío. Incluso, abrazándome. Lo que pasó es que tenerte cerca me ponía triste. Como si un nudo en la garganta hubiera decidido quedarse conmig

Mientras veíamos una película

Puede que me duela tanto porque a la catástrofe que hiciste le antecede nuestro mejor momento. Uno que fue importante para mí y del cual ni siquiera te enteraste. Estábamos sentados en el sillón y tu mano estaba en mi pierna, acariciándome. Estábamos viendo una película en silencio. Dos horas de absoluto silencio. Podría haber pasado esas dos horas en el sillón de mi casa, sola, viendo la misma película, porque entre nosotros no estaba habiendo ningún tipo de comunicación.  Pero no era lo mismo.  De eso me di cuenta en el sillón. Estabas al lado mío y yo me sentía bien. Contenta. Disfrutaba de tu presencia incluso sin estar charlando. Me gustaba estar ahí, al lado tuyo, viendo la televisión. Me acariciabas y mi cuerpo temblaba. Me gustaba que tu mano estuviera en mi pierna. Me di cuenta en ese sillón de que no me daba lo mismo cualquier mano. Ni cualquier presencia. Ni cualquier caricia.  Me sentí en paz. Comprendí que me hacía sentir algo que estuvieras cerca, y que tal vez e

El abismo de distancia

Yo no sé por qué te sorprende que me haya ido si te lo dije una y mil veces y no me prestaste atención o no lo quisiste entender: Todo lo que hago, (y he aquí el abismo de distancia que nos aleja), es escuchar a mi corazón. Y si mi corazón me dice "vamos", cuando vos no me decís "quedate", no soy quién yo para retenerlo.

Tu mediocridad

Y si me preguntan por vos voy a encargarme de que te admiren, y a decirles, (a todos), que encontraste la manera de desafiar todas las leyes de la física, y de lograr, (no sé bien cómo), que terminemos siquiera antes de empezar.  Tengo que admitir que triunfaste, al menos en este concurso que no sabía que existía. Porque te lo juro, (y yo no miento), nunca antes nadie me había hecho salir corriendo más rápido que vos de ningún lugar. Te diría que te acerques a retirar tu premio, pero el premio era tenerme, y jamás nadie me había perdido antes de conseguirme. Igualmente, felicitaciones. Tu premio consuelo es este escrito en donde lo reconozco: sos el mejor de todos los perdedores que me perdieron, porque de entre todos ellos, vos sos el ganador.  Una vez mi viejo me preguntó que prefería. Si ser la mejor de los peores o la peor de los mejores. Y le dije que la mejor de los peores. Que al menos era el más exitoso en algo. Entonces se rió fuerte mientras cebaba el mate, pero

Pandemia

Es extraño. Hace una semana buscaba distracciones afuera para no mirar hacia dentro. Proclamaba que últimamente no me llevaba bien conmigo. Sabía que algo, o que todo, estaba mal, pero me levantaba y seguía con mi rutina con esa angustia atragantada en el medio del pecho. Pasaba rápido frente al espejo porque no había tiempo para mirar con detalle. No me quería mirar con detalle. No sabía qué me sucedía, pero tampoco era mi problema. Me había acostumbrado a estar estresada, y de a ratitos reflexionaba: necesito una psicóloga. Sacaba turnos que después cancelaba. Nunca estaba en donde estaba. No  sentía ganas de preguntarme qué carajo me pasaba.  A veces me ponía a llorar porque me dominaban los pensamientos oscuros, pesados, como un laberinto sin salida. Me dolía la cabeza, la espalda, la panza. El cuerpo me pasaba factura de que algo andaba mal. Y aturdía a alguna amiga. "No estoy siendo feliz". ¿Qué te pasa?. No lo sé. Nada está bien. Y cambialo, me decía. No puedo. No

Miedo.

La duda eterna que  tengo cuando hablan  del "miedo": ¿ Cómo alguien puede elegir algo  que no existe por  sobre algo que podría llegar a existir? El miedo no existe.  El miedo está en el nene de seis años con terror a mirar abajo de la cama. Entonces se acuesta, se cubre el cuerpo, y ya se siente protegido: La sábana no protege. El nene en el fondo lo sabe. El nene se tapa el miedo con algo que no existe, porque sabe lo que cuando crezca tiene que entender: el miedo tampoco existe. Dormir es real, es necesario, es humano. Hay que hacerlo. Hay que sacar coraje de cualquier lugar para hacerlo. Algo que no existe no te puede privar de algo que sí. Dormir, vivir, comer. O sentir. No te puede privar de sentir. Yo tengo miedos. De todos los tamaños, de todos los colores. Algunos irracionales. Otros fundados en experiencias que ya pasaron. Pero no dejo que me limiten. Siempre encuentro una sábana con la cual cubrirlos. Después de todo, son una exageración de p

Mi valor

A veces me obligo a mirar hacia el sol por mucho tiempo. Los ojos me empiezan a llorar. La vista se me nubla. Y sigo un poco más. Sigo hasta que se vuelve insoportable, y después observo a mi alrededor: todo se ve diferente y no es verdad. Todo está igual. Los colores son los mismos pero mi visión cambió, se desvirtuó, se encegueció, y va a volver a la normalidad. A veces las cosas pasan y me veo diferente. Me miro, me siento menos de lo que era antes, y no es verdad. Yo valgo lo mismo que valía hace un rato y lo mismo que voy a valer en un rato más. La vista se enceguece, a veces. Pero nada externo altera mi realidad. 

Pestañas

Se me cayó una pestaña Enfrente tuyo Y te enseñé el juego Que aprendí de mi mamá. "Pedí tres deseos. Al que se la queda Se les cumplen" O eso me dijo mi mamá Y mi mamá nunca me mintió. Pedí tres veces por vos Y aunque sé Que somos imposibles La pestaña me la quedé yo Y mi mamá nunca me mintió.

Suspiros

¿C ómo se dan cuenta de cuán tristes están? Yo lo comprendo cuando me siento a escribir sobre lo que me entristece y no tengo nada que decir. Cuando intento exteriorizar la tristeza pero la tristeza no está dentro, intentando salir, sino encima, aplastando. Cuando siento que me quedé sin palabras, y entonces cierro el cuaderno, y suspiro: Ahí está la tristeza. En el pecho. Así se exterioriza. En suspiros.  A veces suspiro y no escribo. A veces intento suspirar cada vez más fuerte porque no es lo mismo que escribir. Cuando pueda hacer algo con lo que me entristece, ya no voy a estar tan triste. Hoy todo lo que puedo hacer es respirar hondo, y suspirar. Y por ahora es suficiente.

Let her go

Tengo el corazón roto pero me estoy riendo. Me rio de lo que me causa risa y me rio de estar riendome. Hasta hace un rato me parecía que nunca más me iba a poder reir. Anteayer en el Uber hacia tu casa estaba lloviendo, y en la radio empezaba a sonar Let her go: ''Solo sabes que la quieres cuando la dejas ir''. Tragué saliva para no llorar. ¿Por qué lloraría si no me pasaba nada? Pero esa canción da ganas de llorar. ''Solo sabes que la quieres cuando la dejas ir''. Tuve un pensamiento en ese Uber. Uno que hubiera pasado desapercibido si esa noche no me hubieras roto el corazón: ''Ojalá no nos pase eso. Quiero a alguien que se de cuenta de que me quiere antes de dejarme ir.'' Ayer a la madrugada me mandaste un mensaje: ''No paré de pensar en vos en todo el día''. Es gracioso porque la madrugada del día anterior nos habías dejado ir. Entonces me rio, y pienso que las mujeres tenemos algún tipo de intuición, y que cuando

Un envase vacío

Sí, a veces pienso que te puede atraer más otro tacto. Pero solo mis manos te escribirían las cartas que yo pudiera dedicarte si te aprendiera a querer. Sí, por un rato me comparé con su cuerpo. Pero fue solo un rato. Ella es hermosa, y yo tambié n. Pero solo mi cuerpo se trasladaría a cualquier parte si necesitaras un abrazo urgente. No sé si abundan las personas que así de mucho sepan querer. Sí, hay rostros perfectos. No estoy segura de que cualquier oído te preste la atención necesaria cuando hablas de eso que te apasiona, y sospecho que es difícil encontrar dos veces a alguien que le sonría a todos tus chistes. Incluso a los más tontos. No siempre existe esa clase de complicidad. A veces me pone triste no ser ella. Y después lo recuerdo: soy yo. ¿Alguien más tiene la fortuna de ser yo?  Sí, podés buscarme. Pero no me vas a encontrar dos veces, porque mi cuerpo no es un envase, yo no soy un producto, y lo que realmente valgo está fuera de stock. Me comparé tanto tiempo c

Cuando vos me faltes (Enfermedad)

No quiero entender la Ley de la gravedad si no existe forma de que Newton ni de que nadie me explique hoy mismo donde me voy a caer cuando vos me faltes. O si la ley de gravedad se va a aplicar, porque ahora todo es caída libre. Y puede que me guste estar en caída libre, y que no quiera saber que me espera debajo de todo, cuando vos no estés. No quiero informarme sobre astrología si en ninguna página web me dicen en qué estrella te voy a tener que buscar cuando ya no estés acá. Ni cuánto falta para tener que hablarle al cielo. Ni si mi estrella, la que sea que me toque, me va a escuchar cuando me queje de que te fui perdiendo gradualmente, acostumbrándome con paciencia a la idea de que no nos quedaba mucho tiempo, y que sin embargo el día en el que te fuiste sentí que me lo arrancaban todo, todo de golpe. Sin previo aviso ni anestesia. Todo de un tirón. No quiero saber nada de la teoría de la relatividad. No quiero vivir en un mundo dinámico si por cada segundo que pasa yo me encu

Colectivos hacia el cielo

Me preocupa ya no ser tu preocupación. Saber que mi tristeza no tiene acceso a tus brazos. Me preocupa querer contarte todas esas cosas a las que sé que les prestarías atención, y después me sonreirías con simpleza y me dirías que "esto también pasará", y yo te creería, porque no hubo muchas cosas que no te haya creído.  Me preocupa ya no tener a nadie que me escuche de la misma manera, ni a nadie que se tome un colectivo si se entera que me estoy quedando sin respiración. Me preocupa que ya no exista quien me quiera como vos me querías, no por lo mucho o por lo poco, sino por la manera. Que ya no existan personas que sepan querer como vos. Pero lo que más me preocupa es pensar que yo soy como vos. Y que por eso tengo que resguardarme. Que tengo que quedarme, porque hay algo que aprendí, que me enseñaste sin pretenderlo, y es a sentir parecido.  Me preocupa que no haya colectivos en el cielo, y que allá la gente se traspase sin tocarse. También que acá, después de vos,

''Mi papá no me quiere''

Podría contarte que de muy chica fui tres años enteros a la psicóloga por un solo motivo: porque sentía que mi papá no me quería. Mi duda era siempre la misma: ¿Por qué si me quiere no lo dice? ¿Por qué nunca lo escucho expresar nada positivo? ¿Por qué jamás me abrazó? Podría decirte que la psicóloga intentó convencer a una nena de trece años durante mil noventa y cinco días de que las palabras no siempre tienen peso. Y que, casi obligada, lo aprendí a aceptar: tu papá no te dice que te quiere porque no puede. Tu papá no te dice que está orgulloso de vos porque no puede. Porque no se lo dijeron. Porque no lo críaron así. Tu papá no te abraza porque no puede. Tu papá te quiere. Pregunté entonces lo evidente: ¿Y las palabras?, ¿Cómo podes afirmarlo?, ¿Cómo lo sabés?, ¿Cómo lo podría saber cualquiera?, ¿Como alguien puede descifrar lo que otro no dice en palabras ni en gestos?, ¿Cómo puedo sentirme bien cerca de alguien tan frío?, ¿Será que entonces es que yo soy difícil de querer?

Avances o cambios

Estoy recostada en mi cama, con la vista fijada en mi bambú. Lo compré hace cuatro meses en el barrio chino. Lo compré porque me dijeron que era de la suerte. También me dijeron que le cambiara el agua una vez por semana, y eso es lo que hago. No me gustaría dejar morir algo que supuestamente trae suerte porque siempre fui bastante supersticiosa. Entonces me pongo a pensar. ¿Creció? ¿Es mi imaginación o está mucho más alto? No tengo una foto de cuando recién lo compré. Pienso que debería de tenerla. Si la tuviera, tendría certezas. Pero no las hay. Puede que haya aumentado varios centímetros, que tenga hojas nuevas, o puede que esté igual. Hace cuatro meses lo veo todos los días y soy incapaz de establecer con certeza, si progresó o permanece intacto, aunque la diferencia debe estar a la vista. Es posible que si lo llevara al barrio chino, si hablara con la persona que me lo vendió hace cuatro meses, podría darme una seguridad. Quizás para ella el avance sería rotundo e innegable, p

Abrazarte a la distancia

Estoy intentando encontrar algún puñado de palabras que alcancen. Alguna combinación de letras en el diccionario que se sienta suficiente. Algún modo de hacerte sentir, de cualquier manera, abrigado a través de un celular. Estoy tratando de decir ''estoy'', y que se sienta real. ¿No parece siempre falso? ¿No lo fue con varias personas? Pero lo mío es de verdad. Estoy luchando por abrazarte a la distancia, y deseando que, al menos una oración, te pueda consolar. Estoy esforzándome para que lo que digo suene suave, y llegarte a acariciar. Estoy enojada, porque como escritora las palabras siempre me fueron imprescindibles. ¿Por qué ahora no sirven?  ¿Por qué aunque las acomode, las piense y las escriba con el corazón, estoy convencida de que solo mi tacto podría superar con creces todo lo que digo? Estoy diciéndote que ''estoy'', y anhelando que me creas, o que me quieras, porque si me dijeras que me querés presente ahora mismo, no hay ningún luga

Las relaciones así

Me reía a carcajadas de los que decían querer de "esta" manera, y proclamaba segura que las relaciones así no existían. Como hacemos con todo eso que no conocemos. Lo vemos desde lejos y no lo entendemos, entonces es más fácil tildarlo de imposible. Yo no entendía lo que era querer hasta que te doliera el corazón, y comprender en ese dolor que hay algo en el pecho. Como si una persona pudiera atravesarte la piel, y los huesos, y meterse dentro tuyo. Tanto que llegas a pensar que ahí es donde tiene que estar, que ese es su sitio en tu mundo. No sabía nada de esto porque no lo había sentido, y viste que los sentimientos tienen eso. No se pueden explicar. No hay un manual que defina lo que es el amor de forma tan precisa que alguien que jamás lo experimentó pueda comprenderlo. Tampoco hay una manera universal en la que se manifiesta. Al mío yo lo tengo encima donde quiera que vaya. Entonces ahora que ya comprendo, me siento frente a otra gente, y todos son nadie, porque nadie

Para vos, que estás intentando sentirte bien

En algún lugar del mundo, en este preciso instante, alguien está pensando que se quiere suicidar. No lo sé, pero tampoco lo estoy suponiendo. Es así. Aunque no pueda verificarlo. Incluso si no sé su nombre. Estoy segurísima de que esta noche me duele un poco, porque alguien está pensando que se va a suicidar. Tal vez son muchos, en realidad. Quizás son decenas, centenas de personas, que piensan que esa es la escapatoria. ¿Escapar de qué? Del sufrimiento. De la vida. De intentar. De los amaneceres. De los días de soledad. De la gente cruel. De los prejuicios.  En algún lugar del mundo, en este preciso instante, alguien está llorando. No se le caen un par de lágrimas, aunque sea igual de importante. Se está desangrando por los ojos. Está cansado. El desamor. El bullying. La humillación. Un mal presente. Depresión. Ansiedad. Una familia que no escucha, o que no está. Amigos que no consigue. Pensamientos que le inundan la paz, y sólo puede desahogar por los ojos. No lo sé, pero estoy se

Mi confesión

Si tuviera que confesarlo todo, diría que hice llorar a un chico en mi cumpleaños de diecinueve porque, sabiendo que estaba enamorado de mí, besé a otra persona enfrente de él. Perdí a una amiga hace poco. La hice sentir traicionada. Le pedí un tiempo a mi último novio, estuve con otro un día antes de decidir qué hacer, y al día siguiente, obligada por mi culpa, le corté. Una vez usé el ask para insultar en anónimo, a una, tres, o cinco personas. No las conté. Soy cruel si me enojo. Le dije a mi prima algo de lo que me sigo arrepintiendo. Ilusioné por cuatro años a alguien que todavía me ama y nunca le fui sincera, porque su amor me servía, aún sin serle recíproca. El año pasado salí, por unos cuantos meses, con dos personas a la vez.  Creí en la venganza y me aferré a ella muchas veces. Pagar con la misma moneda se había vuelto mi religión. Salí con el mejor amigo del ex que me engañó. Quizás lo peor sea que no me arrepiento. Y si te diera una lista de los nombres de quienes la

Blablabla

Estás subida a un pony. Lo que hacés es una mierda. Ni que fueras Cortazar. ¿Ésta va a sacar un libro? Argentina, país generoso. Se te subió la fama a la cabeza. Dejá de hacerte la víctima. ¿Soy la única a la que no le gusta como escribe? Qué mal que escribe. ¿En serio leen eso? Que horrible que escribe. Te la creíste. Tener seguidores no te hace talentosa. No puedo creer que sigan a esa. Lo que hacés es una mierda. Descartable. No aceptás críticas. Es una mierda. No subas fotos tuyas, escribí. No escribas tanto, no te sale. Escribís bien pero tampoco sos Borges. Me caes mal. ¿Quién te pensás que sos? ¿Quién se piensa que es? ¿Y esa quién es? Pobre Cortazar.  Pará, no se te puede decir nada. No a todos les vas a gustar.

mis sentimientos

Hice mi mejor esfuerzo en ocultarlo lo más que se pudiera durante toda mi vida. Lo cargué a mis espaldas como una mochila, haciendo lo imposible para evitar que se abriera, para que nadie pudiera ver lo que llevaba ahí. Quise esconderlo con silencios, y mentiras, y diciendo las cosas como no eran. Con terror a ser honesta por lo que el otro pudiera pensar de mí. Fui cruel y lastimé en orden de seguirme protegiendo. Y debo disculpas por irme corriendo de varias personas, con terror a quedarme. Nunca supe quedarme. Me aterrorizaba que me descubrieran. Entonces opté por alejarme de lugares en los que pude haber sido feliz. Lo escondí detrás de caras serias, y de barreras, y muros, y escudos. Porque me enseñaron que ser como soy está mal. Y casi sin querer, aprendí a creerles: Ser como soy está mal. Y me aterroriza que cualquiera me conozca de verdad. Siento mucho. Mis sentimientos irrumpen fuerte. Cuando alguien sonríe yo sé ser feliz como si esa felicidad fuese mía. Cuando alguien

Como si volviera a empezar

Ya juré para siempres, y escribí cartas. Ya entregué cartas. Ya rompí cartas. Ya cerré los ojos para besar, dije "te amo" queriendo, y también sin querer. Ya sonreí pensando en alguien, y dediqué canciones. Esperé visitas, preguntas, respuestas, me sentí la persona más afortunada del mundo, y después ví ese brillo en mi mirada desvanecer. Ya viajé, dudé de gustarle a otros, creí ciegamente, tuve miedos, extrañé, conocí familias, me dormí contenta, me dormí llorando, o lloré hasta dormirme. Ya me regalaron chocolates, leí y releí mensajes, conté los días para ver a alguien, y conté los días para poderlo olvidar. Ya me quisieron, y soñé que me querían, ya me hicieron sentir especial, y poca cosa, y especial otra vez. Ya fui recíproca, ya sufrí no poder serlo, ya me fueron recíprocos, ya me quedé queriendo sola, y tuve que decir que había dejado de querer. Ya recibí sorpresas, preparé sorpresas, esperé gestos, y mensajes, me reí hasta que me doliera la panza, y ya me latió fuer

Migajas de atención

Y como un cuento que me contaron cuando era más chica, llegué a lugares peligrosos guiándome por migajas desparramadas por el suelo. Con la esperanza ciega de que estuviera recibiendo, por el momento, solo muestras de lo que recibiría si seguía caminando. Con la seguridad que me inventaba, yo sola, de que más adelante habría algo más.  Me enamoré de quienes las repartían. Llegué, incluso, a agradecer lo poco que recibía. A creer que era mi trabajo luchar por obtener lo poco que obtenía. Y con el tiempo, para qué negarlo, dejé de creer que merecía más que sobras.  Entonces, llegué. Y como un cuento que me contaron de muy chica, tuve que escapar, varias veces, de todos los sitios en los que desemboqué a través de migajas, que yo creía, que me marcaban un camino. El resultado siempre era el mismo. Insistir y ganar dejó de tener sabor dulce. Recoger partículas de atención de un par de manos que no querían sostenerme, se volvió lo que realmente es, y ya hace varios errores atrás que

Señales confusas

Si me preguntaras ''¿por qué?'', te diría.... Que yo ya estuve acá mismo muchas veces, y que insistir  nunca   valió la alegría. Tampoco la pena. Que, de igual manera que no me siento a esperar trenes, no puedo esperar mensajes o gestos que no llegan. Que de igual manera que no intento descifrar acertijos, tampoco señales confusas. Que de igual forma que no corro colectivos, tampoco detrás de quien se aleja. Que me niego a menospreciar así mi vida. Que para vueltas están las puertas giratorias, y para tibios el agua de la ducha. Que para cortado, un café. Para lentos, los bailes del dos mil. Para frío, el mar de noche. Para indescifrable, el triángulo de la bermudas. Para difíciles, los parciales. Para solo de a ratos, la suerte. Para imposible, pasar una hora sin pestañear. Para inalcanzable, ni siquiera mis sueños de conocer la Torre Eiffel. Que para inconstante, el clima. Para retorcido, un bucle. Para cobardes, el vino con soda. Para inestable, mi perra an

Las razones de tu adiós

No me des las razones que te pido. No las necesito, aunque proclame que sí.  Vos andate. No me expliques por qué ya no me querés. Sé que no lo sabés, y si lo supieras, no me serviría de nada escucharlo. Tal vez prefiera ignorarlo todo. Puede que sea mejor así. No tengas miedo de decirme que no te importo. Que ya no pensás en mí cuando escuchás nuestra canción. Yo voy a intentar no llorar enfrente tuyo para no romantizar la despedida. No voy a darte lástima. No quiero darle lástima a nadie que en algún momento me tuvo cariño. Y si en el pasado lo hice, ya aprendí. Puede que en cuanto cruces la puerta me desmorone. Que te sufra, que te odie por un tiempo, y que me olvide de comer. Puede que, incluso, quiera volver atrás para haberte obligado a darme las razones. Una por una. Puede que sienta que sin ellas jamás nos voy a comprender. No me las des. Aunque te convenza de que me asfixio si no las recibo. Aunque borracha te llame y te pregunte "por qué". Aunque creas que l

La perfección inalcanzable

A veces me miro al espejo, y me dedico a pensar. ¿No estoy harta ya? ¿No es agotador, después de todo este tiempo? Desde chica me enseñaron a medir mi valor a través de una balanza que no funciona. Una que siempre remarca que me falta o me sobra algo para poder quererme. Y nunca me puedo sentir cómoda con lo que soy. Pero nadie jamás me avisó que la podía cambiar. Tengo creencias erróneas y firmes. Pensamientos que se instalaron en mi mente e hicieron de mi cuerpo su hogar. Vivo perfeccionándome, poniéndome metas ridículas a distancia. Creyendo que voy a ser feliz cuando mejore mi cuerpo, mis facciones, cuando camine más erguida, cuando sea más exitosa, inteligente, graciosa, cuando pierda en salud lo que gane en belleza, o cuando sea lo que todos quieren que yo sea. Y la lista de ''defectos'' a modificar sigue y sigue aumentando. Cada vez se vuelve más minuciosa. Aprendí a mirarme con lupa, y desde este ángulo, con este zoom, te lo juro, cada detalle se vuelve d

mi confesión

Si tuviera que confesarlo todo, diría que hice llorar a un chico en mi cumpleaños de diecinueve porque, sabiendo que estaba enamorado de mí, besé a otra persona enfrente de él. Perdí a una amiga hace poco. La hice sentir traicionada. Le pedí un tiempo a mi último novio, estuve con otro un día antes de decidir qué hacer, y al día siguiente, obligada por mi culpa, le corté. Una vez usé el ask para insultar en anónimo, a una, tres, o cinco personas. No las conté. Soy cruel si me enojo. Le dije a mi prima algo de lo que me sigo arrepintiendo. Ilusioné por cuatro años a alguien que todavía me ama y nunca le fui sincera, porque su amor me servía, aún sin serle recíproca. El año pasado salí, por unos cuantos meses, con dos personas a la vez.  Creí en la venganza y me aferré a ella muchas veces. Pagar con la misma moneda se había vuelto mi religión. Salí con el mejor amigo del ex que me engañó. Quizás lo peor sea que no me arrepiento. Y si te diera una lista de los nombres de quienes la

Pensándo(te) de más

Puede que pensando de más nos haya salvado, descartado y vuelto a salvar muchísimas más veces de las que existimos. Muchísimas más veces de las que te enteraste. Puede que sea mi angustia frente a la incertidumbre, mi ansiedad por querer encontrarnos respuestas, lo que me hace olvidar que las cosas llevan su tiempo, y que primero vienen las preguntas. Yo nunca supe preguntar nada. La mayoría de las cosas las supongo, y en el afán de entendernos pronto, me privo de disfrutarnos. Solo por si acaso mi miedo está en lo cierto, y mi ingenuidad, como casi siempre, se equivoca. Solo por si esta vez tampoco. Como todas las demás. O por si parecés algo que al final no sos. Como todos los demás. Y creo que solo quiero alguien que termine siendo lo que parece. Creeme, no es que no te crea. Es que les creí. Por ahí deberías haber llegado antes. O todavía es temprano. Les creí a los suficientes como para descreerles a los que sigan. Como para ser buena en irme y ya no saber quedarme. Todo