Mi confesión

Si tuviera que confesarlo todo, diría que hice llorar a un chico en mi cumpleaños de diecinueve porque, sabiendo que estaba enamorado de mí, besé a otra persona enfrente de él. Perdí a una amiga hace poco. La hice sentir traicionada. Le pedí un tiempo a mi último novio, estuve con otro un día antes de decidir qué hacer, y al día siguiente, obligada por mi culpa, le corté.
Una vez usé el ask para insultar en anónimo, a una, tres, o cinco personas. No las conté. Soy cruel si me enojo. Le dije a mi prima algo de lo que me sigo arrepintiendo. Ilusioné por cuatro años a alguien que todavía me ama y nunca le fui sincera, porque su amor me servía, aún sin serle recíproca. El año pasado salí, por unos cuantos meses, con dos personas a la vez. 
Creí en la venganza y me aferré a ella muchas veces. Pagar con la misma moneda se había vuelto mi religión. Salí con el mejor amigo del ex que me engañó. Quizás lo peor sea que no me arrepiento.
Y si te diera una lista de los nombres de quienes lastimé, si escucharas sus testimonios, sus versiones sobre mí, en el mejor de los casos me desidealizarías, que es lo que quiero.
O tal vez, en el peor de los escenarios, me dejarías de querer.
Existen quienes comparten conmigo recuerdos que no me enorgullecen, pero estoy intentando hacer las cosas bien. Nunca, (y hablo en serio. No mentiría después de ser tan honesta), nunca lastimé de forma intencional. Pero puedo hacer lo contrario: puedo lastimar por irresponsable, por torpe, o sin querer.
Puedo lastimarte. Podés lastimarme. El riesgo está implícito. No quiero que me sigas idealizando, tampoco que te vayas. Sé que hice cosas mal, las recuerdo a todas. Algunas todavía me atormentan. Pero estoy intentando hacer las cosas bien.
¿Me dejás intentar?
Quizás alguien que me permita intentar sea todo lo que necesite.

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