Señales de peligro
Pero ¿Hasta cuándo se puede decir que es correcto ver señales de peligro y quedarme? ¿Hasta qué punto yo podría afirmarle a él, al papel, a todos o a mí misma, que las señales de peligro existen y no son un invento mío? Yo sé que las veo, están a su alrededor. ¿Son prejuicios? ¿Los prejuicios existen para salvarnos de los lugares que comúnmente hieren? ¿O para darnos una escapatoria fácil a nuestra cobardía?
¿Es cobarde que me vaya ahora? ¿Es ser cobarde siempre algo indiscutiblemente negativo? ¿De qué me protejo y qué pierdo si me alejo? ¿Qué gano? Tal vez ya no quiera tomar decisiones sola, o no pueda, o no sepa para qué lado correr.
Porque el camino hacia algo bueno, y el camino hacia algo cruel, por un rato, siempre, parece el mismo. Y yo no sé hacia dónde camino si camino hacia vos, ni sé qué voy a encontrar o cuánto me va a doler. Tampoco sé si debería dar la vuelta para preservarme, ni cómo o de qué formas esto me va a dañar si sigo sin hacer caso a lo que todos piensan, a lo que comúnmente se dice, a lo que ya me advirtieron y ya me advertí. Pero sé que estoy a tiempo, que es justo el momento exacto del viaje en el que puedo dar marcha atrás. Después es tarde.
Jamás aprendí a distinguir la cobardía del coraje cuando se trata de irse o quedarse, y si te soy sincera, no sé que quiero hacer, ni para qué lado está el dolor. Por un rato pareciera que en ambos, y yo parada en el medio, no quiero estar en ninguno, y quiero estar en los dos.
¿Cuál es la opción correcta ahora que estoy justo a mitad de camino? Por un momento me parece igual de sensato correr hacia vos como correr de vos.
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