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Mostrando entradas de diciembre, 2022

24 de diciembre

Cuando entraba a la casa de mi abuelo, el universo entero se pintaba de rojo, verde y azul. Mis cejas se alzaban, mis mejillas se enrojecían, mis labios no podían detener la sonrisa más grande que alguien alguna vez dibujó en mi rostro. Mi abuelo era un tipo frío, dice el diariero de la esquina. Mi abuelo era un hombre duro, dijo una vez mi tía por teléfono. Mi abuelo se fue de este mundo sin saber lo que era fundirse en un abrazo. Una vez me dió tres palmaditas en el hombro: mamá nos miró con ojos grandes y las facciones se le congelaron. ''Mamá parece una estatua'', pensé en ese entonces. No reparé en nada excepto en la reacción de mamá. No reparé en que lo que estaba pasando era histórico, imponente, sin precedentes en la historia de mi abuelo, un veterano de guerra, un creador de silencios cada vez que entraba a una habitación. Hasta los pajaros dejaban de cantar cuando mi abuelo caminaba. Todos le teníamos un respeto que él no había exigido ni buscado: Era lo que g

Lionel Messi: El futbolista extraordinario no pudo contener al hombre ordinario

Messi es fútbol, es historia, es patrimonio Argentino y patrimonio universal. Messi es el mejor de todos los tiempos. La aspiración máxima de cada jugador que ahora mismo está en la reserva de algún club en algún lugar recóndito del mundo. Es el sueño de los más chicos que juegan al fútbol con una botella mientras visten la camiseta del diez. Es siete balones de oro, es cuatro Champions League. Es el Rosarino que se sigue comiendo las ''S'' después de más de dos décadas viviendo en Europa codeandose de gente de poder. Es él que decidió apostar a una ambición que por momentos pareció probable, pero la mayor parte del tiempo imposible e inalcanzable: Ganar algo con Argentina. Messi es el ''no'' que le dió a los españoles, los mismos que apostaron a él desde el minuto cero, en su intento de nacionalizarlo, sin peros en la lengua, sin detenerse a evaluarlo ni un segundo, con una sola convicción más fuerte que cualquier necesidad de triunfo individualista: la

Te perdono

Voy y vengo sobre mis propios pasos, tiro leña al fuego que alguna vez supo quemarme, me prometo no perdonarte jamás, jamás en lo que me quede de vida, y proclamo odiarte demasiado, ¡demasiado por encima de lo que odié a alguien alguna vez! Y los atardeceres pasan, los chicos crecen, yo misma estoy creciendo, me vuelvo a ilusionar con alguien nuevo, ¿Es demasiado pronto? Sonrío por la calle cuando escucho mi canción preferida, me río con mis amigas con una copa de vino en mis manos, organizo cenas, fiestas, viajes, recupero un brillo que había perdido, y lo lustro todos los días, y lo protejo con uñas y dientes. Y todos los que me quieren, los que siempre me quisieron, me dicen que me ven más linda que nunca. Contesto que es porque estoy feliz. Es que me oscurecías la mirada, me sofocabas la vida. Tenía tanta energía puesta en salvarnos, en educarte, en convertirte en la buena persona que creía merecer, en volverte alguien nuevo, más suave, más cálido, más parecido al abismo que te dis

Amor sin promesas

 Las palabras precisas no las recuerdo. Se esfumaron de mi mente como si las hubieses escrito en lapiz, o como si, sin darme cuenta, hubiese optado por una amnesia selectiva para seguir a tu lado, para seguir construyendo, ignorando que nuestra construcción no hace más que tambalear, y que a veces sos el viento, el lobo que sopla hasta su última reserva de aire en pos de derribarnos, y yo quién pone el cuerpo para evitar el derrumbe, porque nos pretendo salvar. Las palabras precisas las recuerdo, en realidad; pero no quiero recordarlas, entonces hago un ejercicio mental e intento huir de ellas por todo el tiempo que pueda. Me dijiste, palabras más, palabras menos, que no podés prometerme que no vas a herirme de la manera más cruenta, despiadada, inhumana que existe. Es decir, que sos capaz de traicionar mi confianza, que sos capaz de lastimarme como yo no lastimaría a nadie, que sos capaz de hacerlo y que no vas a prometerme lo contrario porque, palabras más, palabras menos, no creés q