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Mostrando entradas de julio, 2019

Olvidarme de vos

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Le recé muchas veces al destino por nuestra reciprocidad, aunque pueda parecerte mentira. Rogaba porque funcionáramos de alguna manera, en algún tiempo, incluso si tenía que ser muy lejano. Estaba dispuesta a esperar. Pero ayer a la tarde, acurrucada a un costado de mi cama, sabiendo que tenía media hora antes de tener que irme a trabajar con esta tristeza encima que me estanca, clavando mis uñas en mis muslos para que el dolor me impidiera seguir con la vista fija en la pantalla del celular, por saber bien que cada vez que se ilumina no es porque vos me concedés la respuesta que estoy aguardando, inmóvil, petrificada, sin ganas siquiera de llorar, deseé casi susurrando, que todo terminara. Y un pensamiento me invadió la mente y se convirtió en una certeza: No lo merezco.  No me merezco este destrato. No me merezco esta ansiedad. No me merezco los mensajes al vacío. No me merezco los pensamientos de insuficiencia. No me merezco cargar con la culpa encima para no perderte. No cuand

Tu indiferencia

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Algún día vas a estar recibido, y vas a ser ingeniero en computación. Algún día la larga lista de objetivos que te prometiste perseguir va a estar completamente tachada, porque ya lo lograste todo. Algún día las velas en tu torta de cumpleaños van a ser treinta, vas a estar trabajando en la multinacional de tus sueños, y al fin vas a tener tiempo para pensar. Entonces te vas a acordar de ese momento en el que tenías veintidos, tu vida no estaba resuelta, y la larga lista de objetivos consumía tus horas, y tal vez algo te recuerde a mí. Y puede que, aunque sea en un pensamiento que viene y se va, te sientas arrepentido, y puede que comprendas lo mucho que me lastimaste. O quizás nunca lo hagas, porque ahora no lo hacés. Yo te lo digo, y lo explico, e intento que lo entiendas, pero vos no lo hacés. Quiero creer que no lo hacés y que tal vez, algún día, puedas al menos tenerme compasión o empatía. Quiero creer que no sabés que me destruíste, porque si lo supieras... Si lo supieras

Mi inseguridad

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Me dijiste que te gustaba Y luego actuaste como si no lo hiciera Y yo me quedé parada ahí Intentando creer en tus palabras  Así podías seguirme gustando Incluso cuando ya no lo hacías Me dijiste que yo nunca te molestaba Luego actuaste como si lo hiciera Y yo me quedé parada ahí  Intentando creer en el vos que solía conocer Así no tenía que admitirme a mí misma Que mentiste. Porque mi inseguridad intentó confiar en vos Y ella puso en eso tanto esfuerzo Para ahora tener que decirle Que sólo eras un mentiroso Y que ella estaba en lo correcto dudando De que a alguien puedo gustarle De que alguien puede disfrutar mi presencia De que alguien se puede preocupar. Y eso es difícil  Porque ella (mi inseguridad) Se estaba sintiendo por primera vez bien  Con el hecho de que estaba equivocada (Al menos con vos)"

Viajar solo

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Nada te prepara para viajar solo, excepto viajar solo. Armás las valijas sin saber qué va a pasar, y después te encontrás entre medio de mucha gente con la cual a veces no compartís siquiera el idioma. Pero lo primero son las valijas. Las llenás de cosas que jamás creíste necesitar, y si te sos sincero, ahora tampoco lo hacés, pero el noventa por ciento de tu equipaje se llama ''por las dudas''. Por las dudas un abrigo al caribe. Por las dudas una malla a la montaña. Por las dudas remedios, y una remera térmica. De pronto nuestra valija es justo lo que nuestra mamá nos hubiera preparado para ir al campamento en primaria. Y está bien así. Después te das cuenta que a veces las cosas más random te terminan salvando. Entonces llegás al aeropuerto, o a la terminal de micros, o al puerto, tres horas antes, o cuatro, aunque te dijeron tres. Check in online, valijas despachadas, control de equipaje, y subís solo. No. No se te va a sentar el amor de tu vida al lado. Tampoco i

Mi más grande virtud

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Algún día voy a ser feliz, me lo prometo. Algún día todo este amor que sé que tengo y que puedo dar, que retengo dentro por todo el tiempo que puedo, hasta que tomo las riendas, y lo demuestro de maneras excesivas y catastróficas, que sólo logran dejarme sintiéndome expuesta, agotada, y usada, me va a volver. En algún lugar de este viejo mundo, que por suerte es grande, aunque a veces lo olvido, las heridas que me hice por querer y por quedarme queriendo sola van a cerrarse, y van a volverse cicatrices que no me humillan, sino que me enorgullecen. Son las pruebas físicas que llevo en mi cuerpo sobre lo grande, lo enorme que es mi corazón. E incluso aunque la mayor parte del tiempo percibo a mi corazón como mi más inmenso defecto, incluso aunque mientras recojo sus fragmentos del suelo lo insulto, y le ruego por favor que ya no nos lastime más, sé que algún día lo voy a ver como lo que siempre fue: Mi más grande virtud. ¿No es una virtud? No haber perdido, después de todos estos años

Que fueras vos

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De verdad quería que fueras vos. Que fuéramos nosotros. Realmente quería que funcionara. Aposté todas mis cartas a eso. Y la posibilidad de perder existía. Y ahora esa posibilidad se convirtió en el desenlace de la historia. Realmente quería que fueras vos. Quería que los escritos míos que le pertenecieran a tu nombre siempre fueran dulces, con la esperanza ciega y el amor intacto. Pero mis letras fueron el testigo absoluto de la esperanza que se marchitaba, y del amor que envejecía en un periodo de tiempo tan corto, que nosotros todavía permanecemos igual. En serio quería disfrutar de tu presencia y acortar nuestra lejanía. Pero cuando caminaba hacia nuestro reencuentro, los metros entre nosotros se volvieron kilómetros, y ya no hablo de la distancia entre nuestros cuerpos. Entonces tuve que desviarme del camino. Tuve, por mi propio bien, que admitir que a veces las cosas se terminan antes de comenzar. Y que a los finales hay que recibirlos con la misma paz que a los comienzos.

El amor en tiempos de Instagram

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Te quiero. Te quiero tanto que quiero que todos sepan sobre nuestro amor. Lo voy a capturar en la mejor foto que pueda tomarle. Nuestras sonrisas van a demostrar que estamos enamorados. Y la foto del desayuno va a significar que pasamos muchas horas juntos. Estoy tan feliz que quiero publicarlo. Porque el resto es espectador, y nosotros somos actores. Ojo, no actores porque nuestro amor sea fingido. Nuestro amor es lo más real que conocí. Actores porque nos están mirando. Están viendo nuestra mejor foto, nuestra sonrisa más sincera, y también nuestro desayuno, que ahora ya no es sólo nuestro. Ahora es de las novecientas noventa y ocho personas que me siguen en instagram, y también nuestro. Somos mil personas que sabemos lo que acabamos de desayunar, y que sabemos que estamos enamorados, y que el mundo para nosotros dos, por ahora, es perfecto. Pero hoy a la mañana discutimos. Peleamos por una tontería. No importa, porque te sigo amando. ¿Vos me seguis amando? Espero que sí. ¿Sí? ¿Me

Soledad

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Estoy muy sola. Preocupantemente sola. Estoy tan sola que en las fiestas familiares mi interminable e incesante soledad es motivo de charla. ¿Para cuándo un novio, o un chico, o una chica, o una conversación con alguno ser humano que te atraiga, o una cita? ¿Para cuándo una alegría, una noche, un beso en el cuello? No sé, abuela. No sé. Todavía no. Por ahora está bien así. ¿Pero, cuándo? ¿Cuándo un pretendiente? ¿Cuándo alguien que te busque, aunque vos lo esquives? O ¿Hace cuánto? ¿Hace cuánto la soledad te invadió? Hace mucho. Más de lo que me gustaría admitir. A veces creo que mi físico se volvió incorporeo y entonces el resto me atraviesa sin mirarme, porque no me ve. O alguien amenazó de muerte a toda la gente del mundo para que nadie me invite a tomar una birra o me regale un chocolate, al menos con el objetivo de poder concretar. O perdí eso que tenía antes que hacía que hubiera gente que tuviera ganas de morderme los labios. A veces creo, honestamente, que quizás se trate de u

Ser dejado

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Conté hasta las hojas caídas que había en el suelo camino a casa, y los pasos que di, y la cantidad de personas que pasaron por al lado mío. Porque no me quería ir. Entonces recuerdo cada segundo de esa vuelta interminable, con el corazón en mi mano, aceptando. ¿Existe otra cosa para hacer, cuando te comunican que no te quieren más? Lo aceptás y te vas. Y en el camino contás las hojas que cayeron de los árboles por el otoño, los pasos que te costó alejarte, y las personas que te atravesaron sin saber que estás sufriendo. Y llegás. Entonces contás los meses que duró la pasión, la distancia entre el último ''te amo'' y el "te tengo que decir algo" que te destrozó los planes, y las razones por las cuales el otro pudo haber decidido qué ya no te quería. No existen. No se decide. Sólo sucede. En cualquier momento te podés quedar queriendo sólo. Me senté en el piso de mi habitación, y permanecí ahí, observando un punto fijo. No podía llorar. Sólo podía pensar

Tu ausencia y yo

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''Quiere distinto'', me justifico ante mi amiga, la que se cansó de escuchar tu nombre, o ante mi mamá, que no quiere decirme la verdad que todos me ocultan. ''Queremos distinto'', repito, como una frase que me aprendí de memoria para justificarte ante las miradas llenas de lástima que los que se preocupan por mí me lanzan cuando les cuento nuestra historia. Y decir ''nuestra'' es hipocresía. Es mía. La que me inventé. En mi historia somos dos. Tu ausencia y yo. Y encuentro millones de maneras de volverla presente. Porque es presente. Tu ausencia lo abarca todo. Tu ausencia hace que mi corazón piense y repiense. Tu ausencia es inclusive más presente que la presencia de los que están.  ''Quiere distinto'', para que la brecha entre lo que vos y yo damos se acorte. Para que no parezca que mi amor te queda grande. Para disfrazar a tu desgano de cariño. No mi cariño. Otro tipo de cariño. Uno que lastima, y que duele, y que m