Soledad

Estoy muy sola. Preocupantemente sola. Estoy tan sola que en las fiestas familiares mi interminable e incesante soledad es motivo de charla. ¿Para cuándo un novio, o un chico, o una chica, o una conversación con alguno ser humano que te atraiga, o una cita? ¿Para cuándo una alegría, una noche, un beso en el cuello? No sé, abuela. No sé. Todavía no. Por ahora está bien así. ¿Pero, cuándo? ¿Cuándo un pretendiente? ¿Cuándo alguien que te busque, aunque vos lo esquives? O ¿Hace cuánto? ¿Hace cuánto la soledad te invadió? Hace mucho. Más de lo que me gustaría admitir. A veces creo que mi físico se volvió incorporeo y entonces el resto me atraviesa sin mirarme, porque no me ve. O alguien amenazó de muerte a toda la gente del mundo para que nadie me invite a tomar una birra o me regale un chocolate, al menos con el objetivo de poder concretar. O perdí eso que tenía antes que hacía que hubiera gente que tuviera ganas de morderme los labios. A veces creo, honestamente, que quizás se trate de un hechizo. Alguien hizo algo, quizás con una varita mágica o con un pelo de mi cuero cabelludo. Alguien tiene un muñeco vudú mío. Y no lo lastima. No le hace nada. Salvo mantenerlo alejado del planeta tierra y de cualquier persona que pudiera quererlo conquistar.
Estoy bien, abuela. Dios sabe que viví entrando y saliendo de relaciones constantemente, como si estuviera en una puerta giratoria, atrapada. Y entraba. Y salía. Entraba. Y salía. Y tenía noches buenas y noches fingidas. Me daban besos en el cuello. Y me mordían los labios. Y me sentía más deseada que ahora. Eso es verdad.
Pero no feliz.
Por ahora estoy bien, abuela. Y cuando esta soledad me desespera, recuerdo que no quiero ser absorbida por relaciones vacías otra vez. No quiero necesitarlo. No quiero salir con el primer boludo que me mande un mensaje por miedo a admitir que estoy más sola que cualquier persona en este planeta. Hace dos años que alguien tiene a mi vudu encerrado. Pero esa persona no lo lastimó. Entonces confío en que, quizás, alguien decidió que era momento de salir de la puerta giratoria de amores baratos en la que viví toda mi vida. Y ahora estoy muy muy sola, es verdad. Pero si me pongo a pensar, tampoco es que antes me sentía mas acompañada.
Y quizás este tiempo tiene que ser de reencuentro conmigo. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero