Ser dejado

Conté hasta las hojas caídas que había en el suelo camino a casa, y los pasos que di, y la cantidad de personas que pasaron por al lado mío. Porque no me quería ir. Entonces recuerdo cada segundo de esa vuelta interminable, con el corazón en mi mano, aceptando. ¿Existe otra cosa para hacer, cuando te comunican que no te quieren más? Lo aceptás y te vas. Y en el camino contás las hojas que cayeron de los árboles por el otoño, los pasos que te costó alejarte, y las personas que te atravesaron sin saber que estás sufriendo.
Y llegás. Entonces contás los meses que duró la pasión, la distancia entre el último ''te amo'' y el "te tengo que decir algo" que te destrozó los planes, y las razones por las cuales el otro pudo haber decidido qué ya no te quería.
No existen. No se decide. Sólo sucede. En cualquier momento te podés quedar queriendo sólo.
Me senté en el piso de mi habitación, y permanecí ahí, observando un punto fijo. No podía llorar. Sólo podía pensar si las cincuenta y ocho hojas que conté de camino a casa, acumuladas en el pavimento, se imaginaron alguna vez, antes de ser pisadas por las veinte personas que pasaron por al lado mío, que las iban a soltar sin ninguna razón, salvo que las estaciones terminan.
Así como termina el amor.

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