Que fueras vos
De verdad quería que fueras vos. Que fuéramos nosotros. Realmente quería que funcionara. Aposté todas mis cartas a eso. Y la posibilidad de perder existía. Y ahora esa posibilidad se convirtió en el desenlace de la historia.
Realmente quería que fueras vos. Quería que los escritos míos que le pertenecieran a tu nombre siempre fueran dulces, con la esperanza ciega y el amor intacto. Pero mis letras fueron el testigo absoluto de la esperanza que se marchitaba, y del amor que envejecía en un periodo de tiempo tan corto, que nosotros todavía permanecemos igual.
En serio quería disfrutar de tu presencia y acortar nuestra lejanía. Pero cuando caminaba hacia nuestro reencuentro, los metros entre nosotros se volvieron kilómetros, y ya no hablo de la distancia entre nuestros cuerpos. Entonces tuve que desviarme del camino. Tuve, por mi propio bien, que admitir que a veces las cosas se terminan antes de comenzar. Y que a los finales hay que recibirlos con la misma paz que a los comienzos.
Te juro que quería que funcionara. Aunque ahora no me creas. Aunque mis letras, que siempre son las que me dicen cómo me siento cuándo yo no me doy cuenta, se volvieron tristes, y yo presencié esa transformación.
De verdad quería que fueras vos. Pero, aún si decir esto me cuesta una vida entera a tu lado planeada en mi cabeza, que ya no existe en ningún lado ni está en ningún lugar, (ni siquiera en mi cabeza), tengo que decirlo. Tengo que decirlo porque las letras jamás me dejaron mentir, y porque no podría ser escritora si no pudiera admitir en el papel inclusive las verdades que más detesto y aborrezco: Ya no lo quiero.
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