Olvidarme de vos

Le recé muchas veces al destino por nuestra reciprocidad, aunque pueda parecerte mentira. Rogaba porque funcionáramos de alguna manera, en algún tiempo, incluso si tenía que ser muy lejano. Estaba dispuesta a esperar.
Pero ayer a la tarde, acurrucada a un costado de mi cama, sabiendo que tenía media hora antes de tener que irme a trabajar con esta tristeza encima que me estanca, clavando mis uñas en mis muslos para que el dolor me impidiera seguir con la vista fija en la pantalla del celular, por saber bien que cada vez que se ilumina no es porque vos me concedés la respuesta que estoy aguardando, inmóvil, petrificada, sin ganas siquiera de llorar, deseé casi susurrando, que todo terminara. Y un pensamiento me invadió la mente y se convirtió en una certeza: No lo merezco. 
No me merezco este destrato. No me merezco esta ansiedad. No me merezco los mensajes al vacío. No me merezco los pensamientos de insuficiencia. No me merezco cargar con la culpa encima para no perderte. No cuando hice tanto por los dos.
No me merezco esta tristeza, y ese pensamiento no me la quita, y sigo casi irreconocible, sin poder moverme ni hablar, porque es una de esas melancolías que todo lo que hacen es inundarte y convertirte en otra persona. Pero no lo merezco, o tal vez si, pero no de vos.
No después de todo. 
Y ese pensamiento no me sana el corazón, ni me ahuyenta los miedos de jamás poder olvidarte y seguir para siempre enamorada de un imposible, ese pensamiento no me anima, ni hace que esté menos angustiada o que deje de esperar la respuesta que nunca llega, con terror de que jamás lo haga. Ese pensamiento solamente me hace desear, así como antes deseaba con todas mis fuerzas por reciprocidad, que algún Dios se apiade de mi, y me haga olvidarme de vos para siempre. Porque eso es todo lo que quiero ahora.
Olvidarte para siempre.

Aunque por ahora sienta que sin vos me ahogo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero