Amor (propio)

Me río de mis propios chistes cuando estoy contenta, y me abrazo con mis propios brazos cuando necesito consuelo. Me compré un regalo para mi cumpleaños, y ayer a la noche me quedé en el sillón escuchando música, porque sentía ganas de pasar tiempo conmigo. Solo conmigo, y con nadie más.
Me cuesta compartirme, elijo minuciosamente a las personas con las cuales pasar tiempo, y, para ser sincera, no creo que abunde la gente que merezca lo que sé que puedo dar. 
Así que lo guardo. Y espero. Y a veces, me acerco a la gente incorrecta, y soy testigo de como me hacen sentir común y corriente. Como si abundara. Como si no fuera especial.
Entonces no los culpo. Es exactamente lo que sucede cuando el valor de algo excede lo que el resto está acostumbrado a mirar. Agarro mis cosas, me seco las lágrimas, y sigo. Recuerdo lo que soy. Me río de mis chistes, me abrazo con mis brazos, y todo vuelve a empezar.
Lo bueno de ser mi mejor compañía es que el resto tiene que luchar contra mí, para estar conmigo. Lo bueno de encontrar tu amor propio, es que nunca más vas a sentirte en soledad.
Me siento en el sillón a escuchar música, me preparo un fernet porque el mal trago ya pasó, y recuerdo que soy afortunada de tenerme. Que cualquiera sería afortunado de tenerme. Y que el buen trato que busco, eventualmente, va a llegar.
Mientras tanto, me comparto conmigo.
Y, por fin descubro, que puedo querer algo más: pero no lo necesito.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero