Pandemia
Es extraño. Hace una semana buscaba distracciones afuera para no mirar hacia dentro. Proclamaba que últimamente no me llevaba bien conmigo. Sabía que algo, o que todo, estaba mal, pero me levantaba y seguía con mi rutina con esa angustia atragantada en el medio del pecho. Pasaba rápido frente al espejo porque no había tiempo para mirar con detalle. No me quería mirar con detalle. No sabía qué me sucedía, pero tampoco era mi problema. Me había acostumbrado a estar estresada, y de a ratitos reflexionaba: necesito una psicóloga. Sacaba turnos que después cancelaba. Nunca estaba en donde estaba. No sentía ganas de preguntarme qué carajo me pasaba.
A veces me ponía a llorar porque me dominaban los pensamientos oscuros, pesados, como un laberinto sin salida. Me dolía la cabeza, la espalda, la panza. El cuerpo me pasaba factura de que algo andaba mal. Y aturdía a alguna amiga. "No estoy siendo feliz". ¿Qué te pasa?. No lo sé. Nada está bien. Y cambialo, me decía. No puedo. No quiero. No sé. ¿Cómo carajos podría cambiarlo todo? Debería mudarme de ciudad, elegir otra carrera, otro nombre, otro trabajo. Debería empezar otra vez. No hay tiempo para empezar otra vez. El tiempo que había lo estoy invirtiendo en quejarme y en seguir en la misma dirección. Y si me sobrara tiempo, encontraría la forma de amargarlo porque no sé si me gusta esta dirección.
Mi vida así como está no me gusta.
Yo a veces no me gusto.
No encuentro el rumbo. ¿A dónde estoy yendo?, ¿Estoy yendo hacia alguna parte?, ¿Me transformé en una máquina, que hace las cosas por inercia?, ¿En alguien que camina y camina por caminar? Cada mañana era más de lo mismo. El despertador sonaba y yo revoleaba los ojos. Es que no hay peor cosa que no estar siendo feliz y que esa infelicidad se convierta en parte de tu día a día. Yo ya no sabía vivir sin estrés. El malestar hace muchos meses era parte de mi rutina. Me sentía poco útil. Como si no estuviera haciendo nada productivo, creativo, diferente. Como si hiciera poco de lo que me llena el alma. Todo lo que intentaba cambiar, lo volvía a dejar como estaba porque era más fácil. Abandonaba las cosas por la mitad: libros, películas, escritos. Nada me llenaba.
Hace unos días el mundo me hizo frenar a la fuerza. Hace unos días me arrancaron de cuajo mi rutina. La que usaba para escapar de mí. Ahora tengo tiempo de sobra para mirarme al espejo, y para mirar hacia dentro. Y quizás lo más gracioso es que descubro que me gusta lo que hay dentro.
Reconecto con quién soy y disfruto mi presencia. Me río de mis chistes. Me armo una rutina diferente y la disfruto. Los pensamientos se volvieron más cálidos y siento que tengo un propósito: que este tiempo sirva. Me acerco a las conexiones reales y me alejo de las que se sentían forzadas. Leo. Entreno. Estudio. Le pongo a todo pasión y no me siento una maquina que hace cosas por obligación.
Me gusta ser la persona que soy.
Entonces ¿Por qué estaba mal conmigo? Estaba mal conmigo porque me estaba ignorando.
Y resulta que me gusta la persona que me habla desde adentro ahora que todo es silencio. Y la persona que me habla, me agradece. Me dice que ya era hora. Que si el mundo no frenaba de manera repentina, algo malo me iba a pasar. Porque nada más me podía hacer frenar el círculo vicioso de infelicidad. Porque yo a esa infelicidad ya le había tomado aprecio: era fácil, simple, cómodo no intentar luchar contra ella. No cambiar nada y seguir caminando.
A la persona que me habla, le pregunto qué hago cuando todo esto termine. Qué cambio. Qué empiezo y qué termino para no volver a ser infeliz. Le prometo que ahora ya no quiero hacerme la tonta: ya no quiero estar cómoda siendo infeliz. Y ella me dice que vaya con calma.
- Tranquila, paso a paso. Lo primero era formularte preguntas. Ahora, estos días que por fin me prestás atención, vamos a descubrir respuestas.
Y yo un poco bien me siento. Porque todavía no sé qué es lo que quiero cambiar. Pero ahora sé que como estaba, no puedo seguir. Ahora decidí enfrentarme a mí misma y a lo que ya sabía: algo me iba a hacer frenar de cualquier forma, con o sin cuarentena, con o sin pandemia.
Y en el medio de la catástrofe, quizás, pueda hacer los cambios necesarios y reacomodar prioridades. Tal vez después de todo esto, no me quede otra que acercarme a la vida que quiero. Porque yo tenía una vida, llena de ocupaciones. Pero esa vida hace ya rato que no me incluía ni me tenía a mí.
Me quiero volver a tener a mí. A costa de lo que sea. Porque ahora sé que tengo una voz.
Y ahora, que todo se dio vuelta de golpe y sin anestesia, no me queda otra opción excepto escucharla.
Esto es lo más maravilloso que he experimentado en mi vida, nunca pensé que volvería a sonreír, mi esposo me dejó con dos hijos durante un año, todos los esfuerzos para traerlo de vuelta fallaron y estaba desesperada por traerlo de regreso a casa. Pensé que no lo volvería a ver, no. Leí algunos testimonios sobre un lanzador de hechizos de amor. Llamé al Dr. PADMAN sobre cómo ha ayudado a muchas personas a traer de vuelta a sus ex amantes en 48 horas. Me comuniqué con él y me aseguró que en 48 horas. horas mi esposo regresará a mí, ya me siento feliz cuando escuché eso de él, en menos de 48 horas mi esposo me llamó y me informó que viene a casa comenzó a pedir perdón diciendo que es el trabajo del diablo, así que ' Todavía estoy sorprendido hasta ahora por este milagro, porque es demasiado real para ser real. Sé que hay muchas mujeres con el mismo problema que tengo, pero hoy les digo que hay una solución para todo el que necesite su ayuda. Póngase en contacto con el Dr. PADMAN hoy a través de la dirección de correo electrónico; padmanlovespell@yahoo.com Sitio web: http://padmanspell.com/ o Whatsapp él en +19492293867
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