Avances o cambios

Estoy recostada en mi cama, con la vista fijada en mi bambú. Lo compré hace cuatro meses en el barrio chino. Lo compré porque me dijeron que era de la suerte. También me dijeron que le cambiara el agua una vez por semana, y eso es lo que hago. No me gustaría dejar morir algo que supuestamente trae suerte porque siempre fui bastante supersticiosa. Entonces me pongo a pensar. ¿Creció? ¿Es mi imaginación o está mucho más alto? No tengo una foto de cuando recién lo compré. Pienso que debería de tenerla. Si la tuviera, tendría certezas. Pero no las hay. Puede que haya aumentado varios centímetros, que tenga hojas nuevas, o puede que esté igual. Hace cuatro meses lo veo todos los días y soy incapaz de establecer con certeza, si progresó o permanece intacto, aunque la diferencia debe estar a la vista.
Es posible que si lo llevara al barrio chino, si hablara con la persona que me lo vendió hace cuatro meses, podría darme una seguridad. Quizás para ella el avance sería rotundo e innegable, porque desde diciembre que no lo ve, entonces a la distancia la perspectiva es diferente. Pero yo no estoy segura, porque conmigo el bambú convive. Yo soy la que le da agua, que lo cuida del sol, y hasta a veces le hablo, porque dicen que así crecen con más fuerza. Para mí los avances fueron tan graduales, tan delicados, que me siento incapaz de notar si está creciendo, o si se está muriendo: los cambios, a veces, se sienten así de desconcertantes. 
Entonces pienso que esa metáfora también aplica a mi vida. ¿No soy la que se mira al espejo a diario? ¿No soy la que conoce los detrás de escena de cada uno de sus logros? No sé si cambié, si las cosas a mi alrededor lo hicieron, si avancé, mejoré, o si estoy por perder o por llegar. Todo lo que veo desde este lado es camino, y veces me siento la misma que fui cuando empecé a intentar. Y tal vez la perspectiva es necesaria. Quizás todo lo que necesitamos de vez en cuando, es que alguien que no forme parte de nuestro día a día nos diga "estoy orgulloso de tus logros", ''noto esta mejoría'', o ''estoy orgulloso de vos''. 
Posiblemente esas palabras actúen como la foto de mi bambú que nunca saqué. Quizás si fuera al barrio chino, si hablara con la persona que me lo vendió, podría ver de una forma que ahora no veo que no está muriendo, ni está intacto: que creció. Que para alguien que no está tan cerca, la transformación es innegable. Puede que al escucharlo de alguien más, lo empezara a notar con mis propios ojos. Alguien me recordaría que cuando lo compré, que cuando confié en ese bambú, casi no tenía hojas. Aunque en la rutina se me haya pasado de largo. Que eso no significa que mi trabajo no exista. Que no soy igual que antes. Que solo me estoy mirando muy de cerca. 
Que ya voy a ver los resultados de mi esfuerzo y que, mientras tanto el resto, los está viendo por mí. 

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