Tu mediocridad

Y si me preguntan por vos voy a encargarme de que te admiren, y a decirles, (a todos), que encontraste la manera de desafiar todas las leyes de la física, y de lograr, (no sé bien cómo), que terminemos siquiera antes de empezar. 
Tengo que admitir que triunfaste, al menos en este concurso que no sabía que existía. Porque te lo juro, (y yo no miento), nunca antes nadie me había hecho salir corriendo más rápido que vos de ningún lugar.
Te diría que te acerques a retirar tu premio, pero el premio era tenerme, y jamás nadie me había perdido antes de conseguirme.
Igualmente, felicitaciones. Tu premio consuelo es este escrito en donde lo reconozco: sos el mejor de todos los perdedores que me perdieron, porque de entre todos ellos, vos sos el ganador. 
Una vez mi viejo me preguntó que prefería. Si ser la mejor de los peores o la peor de los mejores. Y le dije que la mejor de los peores. Que al menos era el más exitoso en algo.
Entonces se rió fuerte mientras cebaba el mate, pero después se puso serio, y me miró. 
— Yo no sé de donde repetís eso. Pero no lo digas más. Es mejor ser el peor de los mejores. No da lo mismo quien te rodea. No te rodeés de mediocres para resaltar.
Es una lástima, en serio te lo digo, que hayas elegido rodearte de todos los mediocres que conocí.
Y es una pena, y lo voy a escribir con un poco de tristeza, que les hayas ganado la carrera para quedarte con el título de mediocre principal. Porque, con una mano en el corazón: te lo juro, tenías muy buena competencia.
En cuanto a mí, no puedo esperar a contarle al próximo ganador, que ganó con un poco de ayuda: que, historicamente, nadie nunca hubiera llegado a ganar nada ni a marcar la diferencia, si antes en el mismo lugar no hubiera existido un séquito de inútiles que puso todo su empeño en demostrar, con ejemplos claros, lo que es la mediocridad.

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