Pensándo(te) de más
Puede que pensando de más nos haya salvado, descartado y vuelto a salvar muchísimas más veces de las que existimos. Muchísimas más veces de las que te enteraste. Puede que sea mi angustia frente a la incertidumbre, mi ansiedad por querer encontrarnos respuestas, lo que me hace olvidar que las cosas llevan su tiempo, y que primero vienen las preguntas.
Yo nunca supe preguntar nada. La mayoría de las cosas las supongo, y en el afán de entendernos pronto, me privo de disfrutarnos. Solo por si acaso mi miedo está en lo cierto, y mi ingenuidad, como casi siempre, se equivoca. Solo por si esta vez tampoco. Como todas las demás. O por si parecés algo que al final no sos. Como todos los demás.
Y creo que solo quiero alguien que termine siendo lo que parece.
Creeme, no es que no te crea. Es que les creí. Por ahí deberías haber llegado antes. O todavía es temprano. Les creí a los suficientes como para descreerles a los que sigan. Como para ser buena en irme y ya no saber quedarme. Todo lo que digas ya lo escuché, y si esta vez es verdad, escucharlo ya no alcanza. Alcanzó las veces anteriores pero ahora estoy asustada.
Entonces, perdón si actúo fría, o distante, o distinta. Es que me muero por creerte todo, y no quiero creerte nada. Y esa incongruencia me aleja de sentir.
Estoy tan atemorizada que no quiero dejar de pensar, porque si yo dejara de pensarte o analizarte por un rato, si yo me distrajera y bajara la guardia que uso para que ningún giro inesperado me agarre desprevenida, estoy segura de que sería fácil empezar a quererte. Y lo que es fácil de empezar a querer, puede lastimar.
No quiero victimizarme, ni quiero dar pena, ni nada parecido, solo quiero decir la verdad: quizás todo se reduzca a que ya no quiero que me lastimen más.
Ahora pienso que es mejor no arriesgarme a algo bueno, si de esa manera me protejo de todo lo demás. Sé que te pienso tanto para protegerme de que me lastimes, pero me gustaría que me ayudes a dejar de pensar.
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