mis sentimientos
Hice mi mejor esfuerzo en ocultarlo lo más que se pudiera durante toda mi vida. Lo cargué a mis espaldas como una mochila, haciendo lo imposible para evitar que se abriera, para que nadie pudiera ver lo que llevaba ahí. Quise esconderlo con silencios, y mentiras, y diciendo las cosas como no eran. Con terror a ser honesta por lo que el otro pudiera pensar de mí.
Fui cruel y lastimé en orden de seguirme protegiendo. Y debo disculpas por irme corriendo de varias personas, con terror a quedarme. Nunca supe quedarme. Me aterrorizaba que me descubrieran. Entonces opté por alejarme de lugares en los que pude haber sido feliz.
Lo escondí detrás de caras serias, y de barreras, y muros, y escudos. Porque me enseñaron que ser como soy está mal. Y casi sin querer, aprendí a creerles: Ser como soy está mal. Y me aterroriza que cualquiera me conozca de verdad.
Siento mucho. Mis sentimientos irrumpen fuerte. Cuando alguien sonríe yo sé ser feliz como si esa felicidad fuese mía. Cuando alguien llora yo sufro ese llanto con todo mi corazón. Lloro con las películas. Con cualquier película. Y cuando quiero, las pocas veces que conecto con alguien y que quiero, quiero un montón. Puedo sonreir como nadie ante el menor gesto, sorpresa o detalle. Me importan los animales, las noticias en los diarios, y en el fondo solo desearía que la gente pudiera conocer mi corazón.
Siento mucho. A veces de forma excesiva, torpe, o pronta, o cruda. Y me desviví por fingir ser quien no soy.
Pero cuando la mochila se vuelve insostenible, comprendo, por fin, que tal vez deba dejar de esconderlo. Porque quizás, al final de todo, sin mis sentimientos no sería yo.
Y no sé si quiero que me quieran por lo que no soy. Ya no estoy tan segura de que ser vulnerable, sea un defecto, y no una virtud.
Mi más grande virtud.
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