Restando

Intenté desdramatizar tu ausencia, traté de justificarte en tus silencios, y le puse excusas a tu frialdad, para que no me lastimara. Fui el "nosotros" que se disipaba, y aporté lo que la relación necesitaba de mi parte y de tu parte, para no aceptarla terminada. Di por los dos, ¿Qué iba a hacer si no era dar de sobra? No quería sentarme a vernos morir, no quería ser el testigo que observa a alguien desangrarse pero no ayuda, porque ese ya era el papel que vos habías elegido. Y nos estábamos perdiendo, y los dos lo sabíamos pero no decíamos nada: Vos no decías nada porque ya no estabas ahí: Estabas, sí, pero hace tiempo tu presencia no era más que un cuerpo al lado mío que sólo me recordaba que estaba sola. Yo no decía nada, en cambio, porque creía que si no asumíamos lo evidente, lo evidente iba a dejar de existir, creía que si nadie daba el paso de declararnos rotos en voz alta, si mirábamos para otro lado, al menos ibas a seguir al lado mío con el cuerpo, aunque ya no estuvieras. Y si me seguías queriendo era la pregunta que no quería formular, porque ya sabía la respuesta, pero a veces no escucharla la vuelve un poco menos real.
Yo te seguía queriendo, lo sé porque por un rato quise poner por los dos e intenté remontar algo que ya se había hundido. Pero todos mis esfuerzos se absorbían de alguna forma o por alguna razón que no podía comprender en ese entonces, y que ahora si entiendo. Ahora lo veo tan claro que no sé como no pude hacerlo antes: Mis esfuerzos no alcanzaban porque uno no puede poner por dos, básicamente, porque cuando hay alguien que pareciera no sumar, ese alguien, en realidad, está restando.

Sol iannaci

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