''Poca cosa''
Todo lo que pudiste hacerme sentir siempre es poca cosa. Lo hacías cuando me tenías al lado, lo hacés ahora, de nuevo, también. Y me eché culpas por mucho tiempo: Eran las inseguridades que tenía encima que me impedían disfrutarnos, que me cubrían la vista y no me dejaban ver que me querías, a tu manera, como podías, y que no era yo la que lograba que lo hicieras en un tira y afloje constante que me hacía creer que mendigaba amor. Pero las palabras con vos no me bastaban, porque vos me decías que yo te importaba, me lo demostrabas como te salía, pero yo no lo podía sentir real. Y me eché culpas por mucho tiempo: Por desconfiar del amor sincero, porque era yo la ciega que no se daba cuenta de lo evidente, porque no podía disfrutar lo que teníamos por desconfiar de si lo teníamos. Pero tus brazos me hacían sentir reemplazable, inconforme, y no me alcanzaban, no alcanzaban a cubrir mis miedos, como una manta que no te tapa los pies o no te tapa los brazos, e inevitablemente, no te ayuda a aliviar el frío.
Había algo en tu amor que hacía que siempre la manta quede corta, algo que simplemente parecía falso, de mentira, corruptible, o de papel, y no cubría el espacio que tenía que cubrir. Había algo en tu forma de ser que me hacía sentir insuficiente. Y me eché culpas por mucho tiempo: Tal cosa no tenía que lastimarme, tal cosa era solo algo que tenía que perdonarte, tu desinterés era idea mía, y que vos no pusieras de tu parte solo era algo a lo que me tenía que acostumbrar. Creí en esos pensamientos por tanto tiempo, que ahora, frente a un reencuentro, volvés a saber provocarme. Los encuentro presentes otra vez, y vuelvo a dudar de mi, por más de que me convencí mucho tiempo de que habían sido algo que me inventé. Y los siento presentes otra vez gracias a la misma persona, aún después de otras entre medio, que no me dejaron jamás con la misma sensación.
Entonces, me pido perdón por haber dudado de mi corazón y de como se sentía frente a tu presencia, y comprendo que no soy yo, porque con vos el sentimiento siempre es el mismo. Hay algo en tu manera de ser que siempre va a decirme que no alcanzo, que siempre va a lograr que me compare con los demás y que la manta quede corta. Y hoy lo veo tan claro, que me alejo corriendo de donde estás, porque sé que si te vuelvo a tener cerca corro el riesgo de creerme poca cosa, y el error enorme de por vos amoldarme a que sentirse así cerca de alguien está bien. Pero esta vez voy a escucharme, y no voy a volver a pedirme perdón.
Es que entendí que no importa cuánto intente estirar la manta para sentirme cubierta, porque ya no quiero achicarme para entrar. Es que hoy sé bien que no fue mi culpa: Mido 1,58, pero no estuviste a mi altura porque te quedé grande. Y sospecho que siempre lo supimos los dos.
Sol iannaci
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