Distancia

Odié a cada persona a la que para ver a su pareja le bastaba caminar, y odié al destino, y a mi suerte, y a quién podía pagarse un avión seguido, o a quienes las relaciones -así- les funcionaban con simplicidad. En las películas es pasional, pero en la vida real es trágico, en la vida real es decepcionante, y frustrante, y desesperante, el hecho de que todo lo que tu cuerpo quiere se reduzca al tacto de unas manos que no lo pueden tocar, el hecho de que encuentres lo que estás buscando lejos, tan lejos, que solo esa distancia lo vuelva un imposible. Y en este mismo instante hay gente cerca tuyo, y esa gente no sabe la suerte que tiene, esa gente no sospecha que a dos mil kilómetros alguien sueña con estar en su lugar, esa gente no ve en vos lo que yo veo, o tal vez sí, ojalá sí: Ojalá esa gente valore tu presencia sin necesitar dos mil kilómetros de por medio para darse cuenta que en ningún otro lado, existe alguien que brille igual que vos. 
Yo estoy segura de eso, aunque a veces me intento conformar, a veces trato de seguir adelante con mi vida acá, donde estoy, y resignarme por fin a que dos mil kilómetros son un gran problema cuya única solución es dejarte ir. Pero es mi cuerpo, mi cuerpo sigue deseando el tacto de tus manos, y aunque a veces se distrae con otras compañías, y aunque a veces disfruta de otras caricias, cuando me encuentro pensando en lo que vivimos vuelve a temblar, y entonces descubro que entre vos y mi cuerpo no hay ninguna distancia, porque ni siquiera hace falta que tus manos me toquen: Sólo con un mensaje tuyo me siento acariciada, y esa caricia hace que todas las demás se reduzcan a nada, porque la tuya se siente cercana, y las otras, frías y distantes. ¿Cómo hago para darme por vencida mientras te siento cerca, más cerca que a todo el resto? ¿Cómo puedo dejar de apostar por alguien que hace que dos mil kilómetros se destruyan en instantes y el ''gran problema'', por un rato, me parezca una simple y momentánea dificultad?
Siempre me sorprendió la piel. Como dos cuerpos pueden atraerse o repelerse, como una persona puede hacerte temblar sin tocarte y otra no puede lograrlo siquiera estando a centímetros, como el cuerpo es en primer lugar el que te dice quién si y quién nunca, como la mente racional no importa porque los cuerpos eligen, como el sólo roce de una mano puede significartelo todo si es la mano correcta, si entre esos cuerpos existe piel. Supongo que creemos que elegimos, pero que existe algo más, algo que no decidimos, algo que nos conecta con determinadas personas y nos aleja de otras para siempre, que logra que el mismo beso se sienta completamente diferente si es una boca distinta, que hace que haya personas con las cuales algo simplemente no encaja y haya otras con las cuales solo sabes arder. Yo creo que los cuerpos se atraen o repelen, como dos imanes, y los nuestros, desde que te miré por primera vez, eligieron atraerse.
Sol Iannaci

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero