Cartas tristes
Antes de conocerte escribía cartas tristes sin destinatario. Ahora todas van a parar a tu buzón, ese lleno de mensajes que nadie responde. Supongo que todos saben que mis escritos y mis letras tienen un nombre implícito, deduzco que por eso pueden transmitir algo, hacer sentir: Porque doy fe de que la tristeza se contagia.
Pero mis escritos tristes te guardan esperanza, son una dulce melancolía, un deseo de encontrarte de nuevo en algún momento, y una nostalgia acumulada por haberte tenido que perder. Yo también te guardo esperanza, para qué mentirte, la deposito toda en mis textos, y escribirte es mantenerla viva, porque no quiero darme por vencida a la fuerza, porque no quiero obligarme a soltar una conexión que no me quiere soltar a mí.
Yo te quiero, y no me da vergüenza decirlo, y no me molesta que nadie lo entienda, para serte sincera yo tampoco lo hago, y por eso me parece mágico, ¿habrá algo más mágico y honesto que un sentimiento que no se comprende con la mente racional? ¿Habrá más amor que en quién no sabe explicar que es lo que ama o por qué lo hace? Yo te quiero, y sé que nunca quise así, lo sé porque hay conexiones que se dan pocas veces en la vida, de esas que no te dejan lugar a dudas, de esas instantáneas, inmediatas, inevitables. Vos fuiste inevitable, nosotros lo fuimos, como dos fuerzas que no pueden impedir juntarse, como algo que simplemente tenia que suceder. Teníamos que suceder, esa es mi certeza, y en cuanto a si sucederemos, esa es mi esperanza, la que te guardo, sobre la que nunca me canso de escribir.
No sé si vas a suceder, porque el futuro escapa de nuestro control, pero escribir que deseo que lo hagas me sana, me hace sentir que quererte es dulce, y me hace ver que extrañarte no duele. Extrañarte es soñarte con una paciencia que jamás tuve con nadie, porque siempre asimilé querer a la idea de tener, y ahora comprendo que quise mal, y ahora comprendo que me quisieron mal también. Querer es disfrutar de que el otro sea, querer es no necesitar un "ya" para seguir queriendo. Yo te quiero, y a veces me duele, pero la mayor parte del tiempo me hace escribir y soñar, y sé que nadie vive de esperanzas, pero también sé con certeza que nadie vive sin sueños, y soñarte no me duele, porque me protege: No podría conformarme nunca más, porque conformarse es dejar de soñar, y dejar de soñar es morirse por dentro y volver a escribir cartas tristes sin siquiera una cuota de esperanza. Fuiste y sos mi cuota de esperanza, esa que le dio a mis escritos tristes, la luz que no tenían.
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