Mi soledad
No tengo nada qué ofrecerte, y todo lo que podés ofrecerme, ya lo tengo. Una vez creí que el vino tenía que compartirse para disfrutarse, y que a la noche necesitaba de otros brazos para abrigarme, pero eso fue una vez, hace mucho tiempo. Y en ese entonces yo era una versión mía que ahora desconozco. No contesto los mensajes de nadie porque no tengo nada qué decir, tampoco para dar. Lo que podría recibir, lo devolvería. Una charla forzada y vacía, un chocolate que va a quedar en la heladera, una melodía que no me eriza la piel ni da ganas de bailar. Hubo un momento en el que me hubiera conformado. Ese momento, ya pasó. Quizás llegaste tarde, o tal vez todavía es temprano. Pero ahora, por ahora, no hay cupos para acercarse a mí. Estoy ocupada en otras cosas, y todas tienen que ver conmigo. Ninguna de esas cosas amenaza de ningún modo a mi construida, querida, cuidada, casi olímpica soledad. Sol Iannaci.