La luna
Me duele mirar la luna, después de tanto tiempo, y pensar una milésima de segundo en su belleza, y todo el resto del tiempo en tu nombre y en tu ciudad. Y preguntarme si desde tu balcón se ve tan grande, tan amarilla, tan redonda, tan brillante. Y como primer deseo susurrarle a ella, que alguna vez nos unió, algo tan simple e infantil como que cuando la mires, si es que la mirás, sigas pensando en mí. Como segundo deseo que cuando pienses en mí, si es que lo hacés, algo te susurre que sigo cerca, aún en la distancia. Y como tercer deseo que la distancia, que alguna vez nos hizo ser todo lo que siempre fuimos, sea destructible.
Porque miramos la misma luna, ¿no lo hacemos? A pesar del desastre que hicimos, lo que nos hizo existir en ese entonces, ¿no sigue estando ahí?
A veces, cuando escucho la palabra ''deseo'', pienso en vos, antes que en nada, y entonces, sospecho que sí.
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