Jazi

Mi gata juega con una pluma grande y roja que le compré.

Intenta atraparla con sus patitas, y yo la alejo de ella cada vez que va a lograrlo. Este pequeño juego es suficiente para mantener su atención por más de media hora, obstinada en lograr su objetivo y capturar la pluma, pero cuando me canso la apoyo en el suelo, y observo. El interés por la pluma inerte dura apenas unos pocos segundos. Cuando ve que la pluma ya no reacciona ante sus intentos por agarrarla, cuando nota que ahora está ahí, a su alcance, mi gata se va. En busca de algo más divertido.

O en busca de algo que se aleje cada vez que ella está a punto de alcanzarlo.

A veces, somos gato, y hacemos del amor una pluma.

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