Años en redactar una disculpa
—Perdón —. Te escucho decir, después de años. —No te hablé más porque sentía que estabas enojada —agregás.
¿Dijiste enojada? yo no estaba enojada. Supongo que ya no importa. Me recuerda a algo: a excusas parecidas, pero de otras personas. Habían terminado, de su parte y antes de que yo me enterara, el vínculo conmigo, porque sentían que ''era lo que yo quería'', ¿o que no era la misma? sentían que me pasaba algo, ¿o que yo estaba esperando que desaparecieran, así como así, de un día al otro?, no querían molestarme porque sospechaban que algo se había roto, y entonces hicieron lo lógico: destruirlo todo y huir, dejándome a mí, sola, preguntándome qué había pasado, o cómo es que la gente puede descartarte de manera tan repentina y sin razón aparente, para volver años después a confesar... que creían que estaba enojada.
Ilógico hubiera sido decirlo en el momento y salvar lo que, todavía, ni siquiera estaba perdido, excepto en su imaginación. Ilógico al menos para ellos.
Todos los finales son el mismo repetido, dice una canción de Sabina. Y tiene razón.
De los vínculos que fui dejando en el camino, reconozco el peor de todos los finales que viví: el de quien justifica su partida, su ausencia o incluso sus propias acciones, sus propios errores, sus propias miserias, en un sentimiento errado y no dicho: en el sentimiento de que me pasaba algo a mí.
¿Cómo yo puedo hacerme cargo de lo que sucede en la cabeza del otro? ¿de la versión que existe ahí dentro mía?
No estaba enojada, pienso contestar, pero pasaron tres años. En todo caso, no podemos resolver ahora lo que debió ser resuelto hace tres años. En el mejor de los casos, te preguntarías cómo es que estoy segura de que tu presentimiento se equivocaba, después de tanto tiempo. Y yo tendría una respuesta.
Si hubiera estado enojada, te lo hubiera dicho: porque yo sé bien que hablando es cómo se salvan los vínculos, y suponiendo es cómo se los deja morir.
No estaba enojada antes, cuando lo fantaseaste, y tampoco ahora, una vida después, cuando volvés con verdades que no puedo verificar y que no existen fuera de tu mente, porque de mi lado se sintió tan diferente: de mi lado me quedé sola, y aprendí a vivir sin vos, aunque no quería.
Ahora volvés, disculpás tus impulsos en presentimientos absurdos, y me decís que siempre me quisiste, y que varias veces, en todos estos años, pensaste en volverme a localizar, en preguntarme cómo estaba.
—Pero me daba verguenza —decís. Y ya lo escuché. Me recuerda a algo, a excusas parecidas: no me atreví, no me animé, escribía y borraba.
—Dejaste pasar... años —pienso. Y éramos amigas, piensa mi corazón. Pero no digo nada.
Y sospecho lo evidente, ahora sí quiero vivir sin vos.
Ahora sí quiero vivir sin alguien que tarda segundos en irse, y meses o años, en redactar una disculpa, y, en el medio de ella, encontrar el espacio para justificar en el otro el desastre que hicieron con lo que había, y ya no hay.
Ya no lo hay.
Sol Iannaci♥
Maravilloso de comienzo a fin.
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