Esperanza

Esperanza viene de esperar, dice el diccionario. Y no sé que estoy esperando. No sé que hace toda esta esperanza (que intento convencerme de que no tengo) acá conmigo. No sé como asesinarla, como gritarle que se vaya de una vez, que realmente está perdiendo su tiempo. Es que sé que ella sabe que no existe ninguna chance de que algo salga como deseo, pero sigue acá pegada a mí, me hace soñar imposibles, me hace pedirle a cada vela y a cada pestaña caída que las cosas puedan ser como me encantaría. Estoy empezando a pensar en que es una caprichosa que no puede asumir que por acá perdió toda su autoridad, porque no hay forma lógica de que suceda lo que anhelo. Eso es, una malcriada, una idiota que me tiene de rehén y no me deja dejar de pensarte aunque es lo único que quiero. Y cuando me distraigo, cuando dejo por tan solo un instante de convencerme de que somos inconcebibles, aparece, y me encuentro de nuevo sonriéndole a una ilusión, a algo ficticio, irreal, a algo que jamás va a pasar.

Entonces la echo de nuevo, le tiro con tu ausencia, la golpeo con tu indiferencia, y a veces un poquito, la logro lastimar. Pero debe ser un gato, debe tener 7 vidas, o quizás más. Porque te lo juro, intenté con cada pensamiento más oscuro, la traté de ahogar con las llamadas tuyas que no recibo, disparar con tu distancia, pero sigue respirando, y cada madrugada cuando me canso de hacerme la fuerte y de luchar en su contra, me encuentro a mí misma abrazada a ella, mientras te esperamos juntas.

Sé que no vas a venir, te lo juro

¿Pero cuánto falta para que vengas?

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