Bruno

Allá por mis veintipico conocí a Bruno. Fue como ver venir una tormenta y salir corriendo a la calle desprotegido, para quedarte ahí, a esperarla sentado. Yo tan prolija, tan responsable, nunca hacía las cosas que quería por miedo a lo que dijeran, o a la impresión que esas cosas de mi dieran, pero me sacudió de pronto y despertó en un segundo toda mi rebeldía. Es que lo supe desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez, supe que sería el error más lindo de mi vida, supe que no me convenía, pero la voz de la razón no bastó, porque el corazón gritó más fuerte. 
Después del primer encuentro todo ocurrió tan intenso como lo sospeché. Primera cita, los besos nos llevaron al sofá, me dejé guiar por lo que realmente quería sin siquiera pensar, me desperté al lado tuyo como quién se levanta después del sexo casual, sin tener ni idea de que meses después iba a estar reviviendo esa noche en mi cabeza, extrañando unos labios que dejé que me besaran por un impulso, sin proyectar nada más. Si, todo con vos fue rápido, así fue como jamás entendí del todo porque luego no te podía dejar de imaginar. No sé si fue porque me hiciste sentir realmente de veintipico, cuando toda la vida me la había pasado sintiéndome más adulta, o más aburrida, o más vieja, no sé si fue porque me recordabas al verano, a esas ganas que te da de disfrutar de todo más de lo normal, o si fue porque fuiste la inconsciencia de hacer lo que sentía sin preocuparme por ninguna consecuencia. Sólo sé que fue inevitable, que por primera vez no me quedó más opción que desconectar la cabeza e ir contra la corriente aún sabiendo cual iba a ser desenlace. Con vos no me importó hacer lo que quería hacer, ni ser quién quería ser, quizás por eso después en la monotonía de la rutina, seguía soñando con un reencuentro, porque no quise actuar estructurada para gustarte, y te gusté igual, así de loca, o de real. Lo único que sé es que fueron muchos los meses en los que seguiste en mi mente, y yo seguía abajo de esa lluvia que parecía jamás terminar. Creo que me enamoré de quién fui con vos: Esa adolescente a la que no le importaba nada. Compartimos un par de días juntos que se sintieron mucho más, y después te tomaste el avión. Las vacaciones finalizaban, el verano de a poco era reemplazado por el otoño, nuestra historia corta jamás iba a ser libro, ni un relato, ni un guión. Te seguí extrañando un tiempo larguísimo, y hasta soñaba con irme con vos, con seguirte a donde estuvieras, con vivir en un eterna tormenta pero al lado tuyo, y al lado de esa mujer que no sabía que tenía dentro. Pero sé vé que en ese mal clima sólo me mojé yo.
Y sí. A mis veintipico conocí a Bruno, y todo lo que hicimos fue adolescente, intenso, e irresponsable. En un par de días vivimos cada sentimiento al tope e hicimos todo lo que queríamos sin pensar en ninguna repercusión. Me decía que estaba loca, y entre nosotros, no sé si soy tan así, por eso conocerlo me encantó. Quizás por eso todavía lo recuerdo y hasta le escribo. Porque Bruno me recuerda a estar viva. Porque no quiero conformarme con nada menos que con sentirme viva al lado de alguien desde el primer instante, con salir a una lluvia desprotegida y que eso me parezca la locura más cuerda de mi vida.
En cuanto a Bruno, bueno, ojalá algún día aterrice por acá otra vez.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero