En nombre del amor
Un poco después de las 2 AM, y de nuestra peor pelea, y del sabor amargo que sentía por saber que nos estábamos volviendo tan sólo cenizas de lo que alguna vez habíamos sido... Cuando al fin recuperé el habla, cuando pude articular todo lo que venía pensando, mientras recostada al lado tuyo, observaba fijamente el portarretrato de tu mesa de luz, que llevaba nuestra mejor foto de aquella tarde de enero en la playa, y pensaba en lo sinceras que eran las sonrisas que nos habíamos provocado esa vez, y en lo honesto que era en ese entonces mi amor, y en lo eterno e inmenso que lo sentía... Mientras me disputaba entre quedarme a pasar la noche o irme en ese momento, pero con la firme certeza de que si me iba, sería para siempre... Un poco después de los gritos, y del silencio que me dejó inmóvil, (porque si hay algo peor que discutir es dejar de hacerlo y que todo por un rato sea vacío, saber que ya no luchás ni siquiera para solucionar, que el final está más cerca de lo que estaba antes, que algo se desgastó en el mismísimo instante en el que la guerra se redujo al desgano absoluto de seguir intentando), te lo dije todo como quién manda un mensaje que pensó en enviar toda la semana, en razón de un acto de puro impulso, y después de varios tragos: "¿Qué nos pasa?". No sé bien todavía si entendiste lo que pregunté, ni siquiera estoy segura de por qué elegí esas palabras, o de si realmente las elegí, si fueron mías o si fue mi corazón que habló por nosotros dos, que quiso disipar su duda. A los 15 segundos de silencio agregué "¿Por qué si nos queremos nos lastimamos tanto?". Y es que no hay peor incertidumbre que esa: Por qué el ser humano es tan insoportablemente complejo, por qué le hacemos mal a la persona que más deseamos hacer bien, por qué somos egoístas en el amor, por qué no sabemos querer sin imponer condiciones o anteponer el orgullo, por qué no podemos dejar de aferrarnos a algo que se está desmoronando y necesita terminar cuando lo único bueno que nos queda en el presente son los recuerdos de lo que fue y ya no es más, y todas las fotos donde las sonrisas eran sinceras y la felicidad era verdadera, que nos recuerdan eso que sentíamos y nos hacen entender que eso que era ya no es más... Por qué hacemos que algo que debería ser simple, termine transformándose en algo tóxico y nocivo, algo que no sabemos como cuidar, cuando irónicamente es lo que morimos por conservar.
No podría olvidarme de tu respuesta ni aunque me borren la memoria: Porque nos queremos mal.
No sé que es querer bien, pero estoy segura de que nos estábamos queriendo mal, estoy segura de que toda mi vida fue una serie constante de los mismos errores, con distintos rostros, estoy segura de que el amor no puede estar ahí dónde hay que rezar e implorar para poder estar, un ratito, simplemente en paz. No sé que es querer bien, pero bien no te quería, y bien no me querías. Y cuando eran las 2 AM y yo me quedaba dormida dándote la espalda, cuando siempre buscábamos y encontrábamos un motivo para discutir y terminar distanciados, cuando nos sentíamos lejos aún después de hacer el amor y de que nuestros cuerpos, a centímetros, se sintieran calientes, cuando no podíamos admitirnos a nosotros mismos que siguiendo así el final nos iba a encontrar pronto, inevitable e irremediablemente, cuando veíamos las fotos de aquel tiempo que nos había encontrado jurándonos cariño eterno, y ya no podíamos reconocernos en las personas que habían articulado esas promesas, cuando no sabíamos soltarnos porque éramos nuestra enfermedad fingiendo ser nuestro remedio, no nos estábamos queriendo bien.
No sé que es querer bien, y todavía no puedo encontrarle respuesta a esa primera pregunta que te hice aquella madrugada: No sé qué nos pasaba. Todavía no entiendo por qué nos cubríamos con parches los moretones que nos dejaba en el alma cada pelea, para volver a jurarnos y apostarnos la vida. Todavía, y aunque te pienso todas las madrugadas de mi vida, no pude descifrar qué es lo que hace que dos personas se odien y hieran mutuamente, en nombre del amor.
No podría olvidarme de tu respuesta ni aunque me borren la memoria: Porque nos queremos mal.
No sé que es querer bien, pero estoy segura de que nos estábamos queriendo mal, estoy segura de que toda mi vida fue una serie constante de los mismos errores, con distintos rostros, estoy segura de que el amor no puede estar ahí dónde hay que rezar e implorar para poder estar, un ratito, simplemente en paz. No sé que es querer bien, pero bien no te quería, y bien no me querías. Y cuando eran las 2 AM y yo me quedaba dormida dándote la espalda, cuando siempre buscábamos y encontrábamos un motivo para discutir y terminar distanciados, cuando nos sentíamos lejos aún después de hacer el amor y de que nuestros cuerpos, a centímetros, se sintieran calientes, cuando no podíamos admitirnos a nosotros mismos que siguiendo así el final nos iba a encontrar pronto, inevitable e irremediablemente, cuando veíamos las fotos de aquel tiempo que nos había encontrado jurándonos cariño eterno, y ya no podíamos reconocernos en las personas que habían articulado esas promesas, cuando no sabíamos soltarnos porque éramos nuestra enfermedad fingiendo ser nuestro remedio, no nos estábamos queriendo bien.
No sé que es querer bien, y todavía no puedo encontrarle respuesta a esa primera pregunta que te hice aquella madrugada: No sé qué nos pasaba. Todavía no entiendo por qué nos cubríamos con parches los moretones que nos dejaba en el alma cada pelea, para volver a jurarnos y apostarnos la vida. Todavía, y aunque te pienso todas las madrugadas de mi vida, no pude descifrar qué es lo que hace que dos personas se odien y hieran mutuamente, en nombre del amor.
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