Entradas

Mostrando entradas de 2019

Abril 2020

Siempre fui la chica con miedo a hablar. En cada habitación en la que estuve. En cada aula. En cada espacio, grupo, escenario. Todavía lo soy, para qué negarlo. Ustedes me dieron una voz.  Siempre fui la chica con un cuaderno en la mano porque tenía pánico a destacar. Siempre fui la que quiso pasar desapercibida. Ustedes me hicieron encontrar un rinconcito en el mundo en el que, exponerme, no me hace sentir expuesta. Siempre fui la chica que le tenía terror a las puertas principales. A entrar a una reunión donde ya había gente. A las miradas. Nunca quise que la atención se posara en mí. Siempre me vestí de negro. Nunca quise estar en el escenario. Todavía no quiero, para qué negarlo. Excepto cuando escribo. Me gusta sentir que por ese ratito, el mundo me mira, y yo no me siento frágil, sino más fuerte que nunca. Sigo siendo la chica con terror a entrar a cualquier lugar, con terror de que la miren, con terror de destacar. Sigo teniendo pánico de hablar. Sigo queriendo

Despedirme

En el afan de buscarle un cierre, vuelvo, sólo para lastimarme una vez más. No aprendí a despedirme. Las veces que lo hice terminé dando la vuelta, y pactando secuelas a historias que no merecían ni segundas ni terceras partes, aún sabiendo que el guion ya estaba planeado y sólo faltaba escribirlo, y que terminaría mal.  En el afan de no escucharme, te digo que sí. Que estoy dispuesta a escucharte una vez más. Aunque ya sé que las frases que me vas a decir están articuladas. Son las mismas de siempre. Aunque me prometí no volver a creer en nada que intente postergar un final necesario. Vos te vas a sentar enfrente mío, y me vas a repetir el monólogo que ya conozco de memoria, y yo, respetando mi parte en el diálogo, te voy a decir que está bien. Que está bien que me sigas haciendo mal. Me digo a mí misma que la historia necesita un cierre, y vuelvo, y me juro en el trayecto de que sólo se trata de dar un adiós más claro, menos inconcluso, definitivo. Es que no aprendí a despedirme

Un rostro más entre la multitud

Sonrío cordialmente y te digo que te perdono. Siempre perdono.  Todavía no aprendí a perdonarme a mí misma por eso. Sonrío cordialmente y te digo que ''estátodobien''. ¿Por qué no lo estaría? Si no soy nueva en esto. Si las disculpas siempre llegan tarde, a destiempo, cuando ya no puede desintoxicarse el corte. ¿De qué serviría decirte la verdad? Sonrío cordialmente y digo que ya no duele, y eso es real. Para ser todavía más sincera, esta vez es diferente a las demás: no recuerdo lo que sentía cuando dolía, porque el último golpe fue tan fuerte que, por primera vez, se me entumecieron los sentimientos. A mi. Justo a mí, que siempre sentí en exceso. Y a veces, cuando todos duermen, me miro al espejo y me asusto. No me reconozco en lo que veo. Un rostro más entre la multitud. Y a veces, para qué negarlo, me gustaría que sangrara otra vez. Me gustaría llorarte, porque nunca lo hice. Me gustaría sufrir, patalear, u odiarte. Me encantaría poder decir que '&#

Lo que me doliste

Algún día voy a decirte Lo que me doliste Te voy a ir a buscar A dónde sea que te encuentres A cualquier parte del mundo Aunque pasen diez o  veinte años Aunque estés comprometido Casado Con hijos Aunque te hayas Teñido el pelo O cambiado la identidad Aunque ya no te reconozca Y estés preso O rodeado de seguridad personal Yo voy a ir De alguna manera Voy a ir sola Y no va a durar más que unos segundos Yo voy a saber que sos vos Aunque hayas engordado treinta kilos O lleves una máscara o un antifaz Yo voy a saber que sos vos Porque doliste Y el dolor se graba en el alma Como la tinta en la piel Yo voy a ir Su ceda lo que suceda Aunque ya no duela Especialmente si ya no duele Y te voy a decir "Me heriste". Y vos te vas a reir Con una risa maléfica  Y me vas a decir "Si noté Que te estaba lastimando No me importó Y si no noté Que te estaba lastimando No me importaste Ahora despertate Que es

Esto también pasará

Leí una frase: ''Tus ojos no pueden saberlo todo''. No pueden, ni aunque intenten, pronosticarlo todo. No pueden, ni aunque quieran, predecirlo todo. No podés saberlo todo. A veces me da terror que mi futuro no sea nada, excepto más de este presente. Porque este presente no me gusta. A veces me convenzo de que sé lo que va a pasar. De que sé que no va a pasar nada de nada. Que todo, en cada aspecto, va a ser así para siempre. Y me asusto. Porque así no lo quiero. Pero leí una frase que tenía anotada en una libreta vieja. ''Tus ojos no pueden saberlo todo''. No es mucha esperanza, pero me genera perspectiva. Me hace pensar que existen periodos de transición, en los que todo parece ser monótono, rutinario, estático, en los que la vida no sorprende. En los que las cosas todavía no tomaron forma, y nos encontramos en un lugar en el que no nos sentimos cómodos porque es proceso, y no resultado. Pero que son de transición por estar llevándon
''No estés mal. Solo podemos hacernos cargo de lo que hacemos. Y de lo que hacemos, a veces, tampoco." Soñé que me decían. Pero en realidad me lo dije. Me lo dije a mí misma, cuando lo soñé. Vivo caminando con la mochila demasiado pesada. Pido perdón más de la cuenta, disculpas en todo momento, y si el problema es del otro conmigo, me lo apropio yo. Los errores no me los disculpo nunca. Más bien los cargo atrás, como castigo.  Pido perdón más de la cuenta, pero yo nunca me lo acepto. O, tal vez, no me lo aprendí a pedir. 

El mensaje que del otro lado no interesa

Te quiero decir muchas cosas, pero todas suenan parecido. Todas suenan a destiempo. O a innecesariedad. El mensaje que del otro lado no interesa muere sin ser recibido. Entonces no digo nada. Y callo. Porque todo sonaría parecido. Todo lo que yo puedo confesarte te daría lástima. Y yo no quiero darte lástima. La mayoría de las cosas ya las sabés. Siempre fuiste muy inteligente. Siempre me conociste bien.  Pero no quiero decir nada, y si lo dije, fue sin querer. Porque no quiero dar lástima. Ni quiero que me digas que no. Si ya sé que no. De qué me serviría escucharlo de tus labios. Entonces no me respondas. Porque si yo escuchara que no de tus labios, me miraría al espejo, y sentiría la misma lástima que sé que te da saber que -todavía- te sigo queriendo. Y yo no me quiero dar lástima. Porque todavía, un poco, me sigo queriendo.

Terror de perderte

Imagen
¿Qué pasa después de los tres segundos durante los cuales algo deja de funcionar? ¿Qué pasa cuando todo vuelve a la normalidad? ¿Qué sucede cuando el monitor de la computadora revive tras haberse quedado en negro por un instante? ¿O cuando el celular se enciende tras haberse apagado solo, o tras la primera caída? ¿Qué viene luego de la primera falla? ¿Del primer signo de fragilidad? Viene el sentimiento de que, aunque todo pareciera igual, ya no lo es.  De que lo que había era nuevo. Y era algo. Y de que ahora lo que hay es otra cosa. De que, por más que a simple vista nada parece haber cambiado, todo cambió. Porque lo que tenemos presentó esa primera falla que nos advierte que en cualquier momento puede haber más, porque es débil y corruptible, y que incluso puede que pronto ya no lo tengamos. Nos sentamos frente al monitor que ayer, durante tres segundos, se olvidó de funcionar, y sentimos pánico. Sabemos que lo que vemos es falso. Que ya no es lo mismo que anteayer. Aunq

Dejarte ganar

Lo que duele del que decepciona con palabras hirientes, es que ya no podés quererlo sin recordarlas. Me defraudó tanta gente ya, que aunque pida manos prestadas me van a faltar dedos, y vivo aguardando que suceda. Pero de vos no lo esperaba. Y cuesta recuperarse de un golpe que te noquea cuando lo recibís de una de las pocas personas que creíste que siempre serían las que te iban a alentar a levantarte y pelear otro round. Pero vos estás parada enfrente mío, dentro del ring, y yo estoy tirada en el piso. En menos de cinco segundos el anunciador va a hacernos saber que ganaste, va a venir a levantarte los brazos en señal de victoria, y el público desde las gradas va a festejar. Lo escucho gritar ''cuatro... tres... dos...'' Tal vez me quede fuerza para pararme, pero prefiero dejarte ganar. Prefiero que la cuenta regresiva de este juego absurdo al que nos sometiste llegue a cero, que alguien te levante los brazos para que el público aplauda, y que te des cuen

Mi única venganza.

Imagen
Que te defrauden es que tu silencio no tenga absolutamente nada para decir, y yo en este momento estoy vacía de palabras. Podría alimentar el fuego que propagaste y declararte la guerra, pero para que la guerra empiece me necesitás a mí, y yo no puedo pensar en lastimarte. Sólo quiero que todo esto termine.  Te escucho hablar de mí, y tus provocaciones no hacen más que dejarme más callada. Todavía estoy muda porque no comprendo que sucedió ni cómo fue que justo vos me decepcionaste de esta manera. Me cuesta escribir qué siento cuando mis sentimientos están entumecidos. Como si tu traición los hubiera congelado y ahora ya no me importara hacerte saber lo que me hiciste. De cualquier forma, diga lo que diga, no me vas a creer. Te estoy viendo atacar y sólo puedo pensar cuándo fue que decidiste que sería tu enemiga. No es el lugar que voy a ocupar, entonces no respondo. Me dejo pegar, no por débil, sino porque sigo sorprendida. ¿Cuándo nos arrastraste al campo de batalla? ¿Cómo es qu

Nuestro restaurante

Necesito contarte que volví a nuestro restaurante preferido. Necesito decirtelo, por alguna razón que ahora no recuerdo. La supe, la tenía. Pero la olvidé. Necesito mirarte a los ojos y decirte que todo sigue igual. Al menos ahí. Por lo menos ahí. Aunque no es verdad. Los mozos no son los mismos. Y nuestro plato preferido, el del salmón a la crema, ya no está en la carta. El buzo viejo que usé la última vez que fuimos, que me quedaba grande porque era tuyo, lo di hace mucho tiempo. Pero todo lo demás es igual, y eso es lo que importa. Importa que la esquina es la de siempre, que nuestra mesa sigue existiendo, y que ayer volví, y era todo casi igual.  Menos la distancia entre nosotros dos. Necesito tocarte para acordarme de que existís, de que la gente como vos existe. O que me toques, para poder sentir otra vez tu tacto, y así, quizás, si tengo suerte, recordar por al menos un segundo, cómo me sentía cuando me sentía feliz.  Yo sé que viví en la felicidad, al menos por un par

Vamos a expirar

Me llegó una notificación del Preguntados: "Apurate. Tu partida con gonzalo está a punto de expirar” Y pensé en jugar. Pensé en responder mal preguntas que sabía y dejarte ganar, en pos de impedir que termine el juego. Hace tres días no hablamos, ¿O ya son cuatro? Porque son las 00:00, y el preguntados me dice que estamos a punto de expirar. "Ya expiramos", le respondo. ¿Le respondí, en voz alta, al celular?  Me río. La brecha entre la cordura y la locura se acorta cuando la distancia entre tu cuerpo y el cuerpo que amás crece. Pero el preguntados nos quiere dar una oportunidad más. "Apurate. Faltan 24 horas para que tu partida con Gonzalo expire", me llega al rato. Como si el primer aviso no hubiera sido suficiente. Como si necesitara, encima, una cuenta regresiva, sin saber qué va a pasar cuando llegue a cero. Y cuando llegue a cero, no va a quedar nada de nosotros. Nada de nada, en ningún lado. Y no va a pasar nada. No me va a explot

Mi soltería

Me acuesto a la hora que quiero, y me pongo tres o cuatro alarmas, para despertarme a la mañana siguiente justo con la que prefiero. Reniego de mi soltería de vez en cuando. Y digo que la aborrezco, y que quiero a alguien, y a veces hasta logro convencerme de que eso es verdad. Tengo mi rutina armada como sé que funciona, cronometrada con exactitud, y no quiero que nadie la toque, porque es mía. Es egoísta, quizás, pero disfruto que mi vida sea mía. No tengo horarios definidos para los demás. Decido yo, según mi ánimo, en qué momento quiero compartirme. Aunque yo soy mi mejor compañía. De vez en cuando salgo con personas. Me siento enfrente de hombres a fingir ser lo que no soy, a pretender necesitar lo que no necesito. Sonrío falsamente, soporto que me digan piropos que lejos de contentarme me incomodan, finjo disfrutar de conversaciones banales, de que me traten como si fuera algo frágil, y tal vez, con suerte, la primera salida me confunde. Entonces pienso: ''Esta

La belleza (no) duele.

Imagen
La belleza duele, me dice una amiga. Y yo me río. Me enseñaron de chica que siempre me tengo que reír.  Ayer pensé en volver a vomitar la comida. También pensé en dejar de comer. También pensé en dejar de existir. No quiero vivir así. Quiero vivir. Pero no así. Le explicaría lo que siento cuando me miro en el espejo, pero hace tiempo ya que decidí dejarme de mirar. Le explicaría lo que siento cuando tengo que vestirme para salir, cuando empieza el verano y me humillan mis brazos para usar una musculosa, o cuando por fin decido salir pero habitar mi piel me incomoda. ¿Hace cuánto que no me siento cómoda en mi propia piel? Pero no le digo nada. Me acuesto llorando. Me despierto con los parpados inflamados. No recuerdo cómo se sentía ser feliz. Tal vez nunca lo supe. No recuerdo un día de mi vida en el que haya podido vivir tranquila. Quizás no lo tuve. Pienso en maneras de poder estar bien. Ya las intenté todas. El nudo en la garganta se acrecienta, y no me deja tragar

Verte triste (Agos)

Imagen
Verte triste es verme triste, como si nos conociéramos tanto que nuestros sentimientos fueran un reflejo. Y yo, sabiendo sobre tu tristeza, me desespero, porque ya te dije un millón de veces que estoy. Pero ¿Cómo hacerte saber que no estás sola? Si yo sé que las lágrimas actúan como mural, y que a veces, cuando el dolor nos inunda los ojos, es inevitable llegar a pensar que estamos solos. El resto está, pero no comprende. El resto no sabe lo que te está pasando por la mente o por el corazón. Entonces los demás están, cerca, al lado, pegados, sí, pero no dentro. Adentro sólo estás vos, y ahí, justo ahí en donde arde, los abrazos no llegan. Yo no sé qué sentís con certeza, es verdad. Pero me hago una idea. Y muchas veces no sé qué decirte, porque estar en tus zapatos ahora es difícil, y porque no existe ninguna manera de aminorar ciertas tragedias, ni quiero recurrir a palabras vacías que no sé si te van a sanar. Entonces te digo que ''Esto también pasará'', y casi

El puente que nos distancia

Imagen
De la gente que me quiso, existen algunas personas que me dicen que me siguen queriendo, a la distancia. Y yo, desde mi lado del puente intransitable que ahora nos separa, sólo puedo pensar en cómo puede ser posible que lo hayan cruzado si todavía me querían. La ecuación se vuelve simple. ¿Entonces por qué ya no están acá? De las dos veces en las que lo estoy por preguntar, borro el mensaje tres, si es que ese cálculo siquiera es posible. No sé allá, pero acá ahora hace frío. Y no sé por qué te estoy contando las condiciones climáticas de mi lado del puente si vos elegiste no estar acá para sentirlas. Tampoco para abrigarme. Pero cuando te llega algún rumor que te dice que estoy decaída, o alegre, cuando encendés la televisión y te enterás de alguna noticia deformada de mi vida, me localizás para decirme que me querés. "A la distancia", agregás. Como para que a mi me quede todavía más claro que no cerca, que no ahí, que no se me ocurra caminar en tu direcció

Lo que era

Estoy segura de que este café es el mismo café, ni siquiera los mozos cambiaron. Y sé que vos estabas sentado ahí, justo donde estás ahora. No sé cómo me hubiera sentido si nuestra mesa hubiese estado ocupada. Me voy a pedir el mismo desayuno que aquella vez. Quiero repetir cada escenario de aquella vez, porque aquella vez fue mágica. Hasta el día es igual por suerte. Hasta el día nos hizo el favor de repetirse. La lluvia inunda las veredas. Exactamente igual que la mañana que estuvimos en este mismo café.  Entonces, ¿Por qué lo siento tan distinto? Intento reírme parecido, hasta repito los mismos chistes, los mismos juegos para recuperar la complicidad que había. Trato de reavivar la pasión que se perdió y te acaricio la mano que dejas apoyada en la mesa, como hice el día ese. Ese día me miraste, me sonreíste, y yo temblé por tocar tu piel. Pero esta vez no soltás el celular.  Y yo te toco y no siento nada de eso que me supo hacer temblar. Repitamos entonces las conversacio

A mis ex

Imagen
Me pone re contenta ver que a mis ex Les está yendo bien en el amor Bueno, no tanto Me pone contenta Contenta hasta ahí Porque a mí no me va bien en el amor En realidad no me va Ni bien ni mal No sé hace cuánto no me siento mirada Y me olvidé de la última vez Que alguien me interesó Pero me pone contenta Que a mis ex les vaya bien (Solo a los que quiero, por supuesto Aunque a los demás  También les va bien) En realidad no tan contenta Solo lo justo y necesario Osea nada contenta Y no es que quiero que les vaya mal No es que los quiero devuelta Solo no me alegra tanto Ver que les va bien en el amor Porque si alguna vez dijimos "Juntos para siempre" Me parece injusto que me dejen Fracasando sola. Pero yo ya lo entendí Soy el paso previo A que los demás triunfen El paso previo A que conozcan a la que sí (Soy la que piensan que sí Por unos meses Hasta que llega la próxima Y esa era la que sí). No sé que estoy diciendo Esto no es un poema, ni un texto Ni un escrito Me aleg

El perdón que nunca recibí

Me despierto y ordeno mi habitación. Del desorden que dejaste en mi vida ya me hice cargo durante mucho tiempo. Sola y en silencio. Y ya lo organicé. Nunca tuve oportunidad de decirte nada. La única oportunidad que tuve fue la de correr lejos, y fue lo que hice. Para cuando me cansé de correr, miré hacia atrás, y por suerte ya no estabas. Pero eso no significa que no me haya quedado con palabras por decir. A veces, después de todo este tiempo, las sigo sintiendo como nudo en la garganta. ¿Es eso lo que siento en la garganta? Entonces me recuerdo que esas palabras siempre fueron en vano, y que si existió un momento para hacerte saber lo que me hiciste, ese momento ya pasó. Porque fue antes de correr. Y lo entiendo. ¿Entonces, que es lo que sigue en mi garganta? ¿Que es lo que duele ahí, y en todos lados, cada vez que veo una foto tuya, cada vez que me preguntan por vos? En mis sueños aparecés. También en mis pesadillas. Pero hay un sueño. Uno recurrente. Y sé que es sueño y no pe

Tu tacto💖

Me despierto y corro las cortinas. El sol está brillando; y pienso que le tengo celos, porque con sus rayos suele acariciar tu piel. En este momento debés estar desayunando; tus manos deben estar sosteniendo una taza. Sospecho que esa taza tiene la suerte que yo no tengo, y que daría lo que fuera por tu tacto. Pero tu tacto es desconocido para mí. Como no sé cómo es lo imagino. Y lo imagino suave. Tus manos, en mis sueños, son mucho más suaves que toda la aspereza que me rodea. Imagino a tu piel caliente, como un perfecto contraste a la mía, que siempre  está  helada. Porque en mis sueños nos complementamos a la perfección. Seguro ahora apoyás tus labios en la taza. Mi corazón se acelera y la impotencia me inunda. Yo no sé ni nunca voy a saber, a qué saben tus labios.  En un rato vas a salir para el trabajo, y te vas a cruzar con mucha gente. Y yo, a la distancia infinita que nos separa, solo puedo pensar en lo afortunados que son todos los que te rodean. ¿Sabrá el colectivero

Esta tristeza

Imagen
Mejor hoy salgan sin mí, le digo a mis amigas, porque hoy estoy triste. No, no. No es -esa- tristeza. No es la que se pasa cuando salgo, porque cuando salgo sigue encima mío. No es la que se me puede ir bailando o maquillándome, porque no puedo bailar si esta tristeza me pesa y me impide moverme, y porque no tengo energía ni siquiera para abrir la tapa del glitter. Hoy no tengo ganas de vestirme, ni de sonreir, ni de estar con gente. No, no es que no las quiera, no es que eventualmente no quiera estar bien. Es que hoy quiero estar mal. No sé mañana, tal vez mañana tenga ganas de enfrentarlo. Hoy no puedo. Ya sé que no es tan grave, mamá, que hay personas con problemas peores. Sí, no me los menciones, abuela, seguro son peores. Este es el mío. No es enorme, pero lo abarca todo. Y esta noche se siente igual de grave que cualquier otro que me puedas ejemplificar. No importa su raíz, ni por qué razón llegó. No interesa tanto la causa, que sé que no es terrible y que seguramente la sob

Pánico escénico

Imagen
Si existe la forma de evitarlo, no entro por la puerta principal. Callo todas las veces en las que todo me grita que hable, e intento pasar desapercibida, porque tengo terror de destacar. La mayoría de las veces observo y no me involucro. Me da miedo involucrarme, incluirme o participar. Cuando estoy sola en un lugar con mucha gente que no conozco prefiero mirar a la vida. Para vivirla están los demás. Un día agarré un cuaderno y después de haberme dedicado a la observación, desde el anonimato, empecé a escribir para que no se me olvidaran los detalles. Y de algún modo que todavía bien no comprendo, de alguna manera que todavía me atemoriza, logré justo lo que siempre busqué evitar. Destacar. Nunca quise ser quien estaba parado en el escenario. Algunos lo llaman pánico escénico. Prefiero el detrás de escena. El micrófono no lo necesito. La mayoría de las veces no tengo nada que decir, y si tuviera algo qué decir o tuviera que decir algo, no lo haría, porque no puedo. Nunca hab