Lo que era

Estoy segura de que este café es el mismo café, ni siquiera los mozos cambiaron. Y sé que vos estabas sentado ahí, justo donde estás ahora. No sé cómo me hubiera sentido si nuestra mesa hubiese estado ocupada.
Me voy a pedir el mismo desayuno que aquella vez. Quiero repetir cada escenario de aquella vez, porque aquella vez fue mágica. Hasta el día es igual por suerte. Hasta el día nos hizo el favor de repetirse. La lluvia inunda las veredas. Exactamente igual que la mañana que estuvimos en este mismo café. 
Entonces, ¿Por qué lo siento tan distinto?
Intento reírme parecido, hasta repito los mismos chistes, los mismos juegos para recuperar la complicidad que había. Trato de reavivar la pasión que se perdió y te acaricio la mano que dejas apoyada en la mesa, como hice el día ese. Ese día me miraste, me sonreíste, y yo temblé por tocar tu piel. Pero esta vez no soltás el celular. 
Y yo te toco y no siento nada de eso que me supo hacer temblar.
Repitamos entonces las conversaciones. Te voy a volver a proponer que juguemos a las preguntas y respuestas, porque esa mañana, (después de pasar las noche juntos), desayunando justo en este café, no hubo nada más hermoso que jugar a esa estupidez. Pero ahora no nos sale.
Ahora parece forzado. Ahora se me ocurre mil veces una pregunta que sé bien que si la pronuncio no obtendría respuesta, y si existiera una respuesta no la quiero escuchar: "¿Qué nos pasó?"
Si era así. Si era acá. Si eras vos. Si éramos nosotros. Si te quise como nunca me imaginé poder querer a nadie. Si te escribí mi poema preferido. 
Si me hacías temblar.
Si todo es parecido. Si nosotros somos los mismos. 
¿Nosotros somos los mismos?
Si. Te podría reconocer inclusive en la oscuridad, porque te sé de memoria.
Pero ya no te puedo sentir.
Intento aferrarme a lo que fue, porque te quiero, porque estoy enamorada de haberte adorado y de lo feliz que me sentía cuando te adoraba. Y quiero que este café recupere su magia. Quiero tocarte y temblar.
Pero ya no hay nada de nada, no importa cuánto practiquemos la obra. Una vez que salimos al escenario, la obra no le transmite nada a nadie. Porque antes éramos los actores que se habían enamorado en la vida real. Y ahora somos dos personas actuando un guion que repiten de memoria pero ya no sienten.
Y si me preguntaras, en este juego estupido de preguntas y respuestas, cuándo fue que perdimos lo que tuvimos, yo te diría que no tengo idea, pero que estoy segura de algo, y que se lo puedo asegurar a cualquiera:
Lo tuvimos.
Yo no estoy loca.
Eras vos, era acá, y era así.
Pero "Era".
Hagamos lo que hagamos nosotros por conjugarlo en presente otra vez.

Sol Iannaci

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