El puente que nos distancia
De la gente que me quiso, existen algunas personas que me dicen que me siguen queriendo, a la distancia. Y yo, desde mi lado del puente intransitable que ahora nos separa, sólo puedo pensar en cómo puede ser posible que lo hayan cruzado si todavía me querían. La ecuación se vuelve simple. ¿Entonces por qué ya no están acá?
De las dos veces en las que lo estoy por preguntar, borro el mensaje tres, si es que ese cálculo siquiera es posible.
No sé allá, pero acá ahora hace frío. Y no sé por qué te estoy contando las condiciones climáticas de mi lado del puente si vos elegiste no estar acá para sentirlas.
Tampoco para abrigarme.
Pero cuando te llega algún rumor que te dice que estoy decaída, o alegre, cuando encendés la televisión y te enterás de alguna noticia deformada de mi vida, me localizás para decirme que me querés. "A la distancia", agregás. Como para que a mi me quede todavía más claro que no cerca, que no ahí, que no se me ocurra caminar en tu dirección porque el puente se quemó para siempre y en su lugar ahora hay un abismo.
Pero que me querés.
Y yo intento recordar cómo se sentía tu cariño antes, cuando era tangible. Cuando tus palabras venían acompañadas de tu cuerpo y yo podía tocarte para comprobar que existías, y que estabas acá. Y no lo recuerdo.
Pero así como ahora no era.
Me siento cerca del precipicio y me entristezco. Acá antes había un puente que ya no existe. Podrías construirlo otra vez, pero elegiste cruzarlo y elegiste destrozarlo. La distancia entre nosotros no es más que unos pocos metros, pero no puedo caminarlos, porque el camino ya no está.
Y de vez en cuando, te escucho susurrar que me querés. Que mi felicidad te contenta y que mi tristeza te apena. ''A la distancia'', destacás siempre, y yo trago saliva porque me duele la garganta, o el corazón.
Sé que no me mentís, porque el cariño a la distancia existe. Pero también sé que para seguirme queriendo necesitaste esta distancia.
Y cuando hace frío y ya no me abrigás, me envuelvo con mis brazos, y me susurro a mí misma que me quiero, y que yo siempre me voy a quedar.
Para irse, están los demás.
Me siento cerca del precipicio y me entristezco. Acá antes había un puente que ya no existe. Podrías construirlo otra vez, pero elegiste cruzarlo y elegiste destrozarlo. La distancia entre nosotros no es más que unos pocos metros, pero no puedo caminarlos, porque el camino ya no está.
Y de vez en cuando, te escucho susurrar que me querés. Que mi felicidad te contenta y que mi tristeza te apena. ''A la distancia'', destacás siempre, y yo trago saliva porque me duele la garganta, o el corazón.
Sé que no me mentís, porque el cariño a la distancia existe. Pero también sé que para seguirme queriendo necesitaste esta distancia.
Y cuando hace frío y ya no me abrigás, me envuelvo con mis brazos, y me susurro a mí misma que me quiero, y que yo siempre me voy a quedar.
Para irse, están los demás.
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