Vacío incomprensible

No tengo ninguna metáfora para explicarte lo que siento. ¿Cómo se explica un vacío incomprensible? Lo que me duele es una ausencia. No de alguien, sino de algo. Supongo que eso es lo que duele, aunque en realidad no sé.

Tal vez lo supe, pero ya lo olvidé.
Lo que tengo está bien. Es aceptable. Las cosas están lineales. Mi vida sigue el curso de lo esperado. Y los problemas siempre son los mismos, o parecidos, así que molestan pero no sorprenden: Se me pierden las llaves, me confundo las calles y me pierdo, pienso demasiado en todo, y me quedo despierta hasta tarde perdiendo horas de sueño.
Y a veces tengo terror de haber perdido la vida en alguna confusión.
Hay algo que me falta, en algún lado o en todas partes. Y eso que falta lo abarca todo. Se aferró a mi cuerpo y viene conmigo a donde quiera que yo vaya o con quien quiera que esté. ¿Cómo se extraña algo que nunca se tuvo? Y si alguna vez lo tuve, ¿Cuándo fue que lo descuidé? No sé, no puedo responderme ninguna pregunta. No sé que me falta. Sólo estoy segura de que no está.
Quizás estuvo, pero no lo recuerdo.
Tal vez fui feliz. Pero no estoy segura.
No tengo idea de cómo era mi vida antes de este vacío. No sé si lo cargo conmigo desde siempre. No puedo pensar en todo eso porque mi vacío pesa tanto que me impide pensar.
Me despierto y juego una carrera contra el tiempo para detener el microondas antes de que suene la alarma que me avisa que llegué tarde, tomo el café y empiezo mi día. Siempre es un día, aunque sean diferentes. La monotonía destructiva, la costumbre de estar en todos lados sin estar en ninguno. No recuerdo donde quería estar. 
Pero acá no era.
No tengo ninguna metáfora para explicarte lo que siento. Entonces recurro a la literalidad: Nada de lo que tengo alcanza porque me falta algo. No puedo decirte qué. Ojalá supiera.
Pero eso que falta me haría sentir viva. Eso que falta me desgarra por dentro. Eso que falta vuelve a todo lo demás insignificante.
A las llaves siempre las encuentro.
A las calles siempre llego.
Al sueño lo recupero.
Pero ¿La vida? Quizás yo no perdí a la vida. Quizás ella en algún punto me perdió a mí. Y éste vacío sí tiene una explicación. Una horrible, una detestable. Entonces le huyo por todo el tiempo que puedo, hasta que me lo tengo que confesar. Me lo tengo que confesar porque no puedo seguirme mintiendo: Yo soy lo que me está faltando.
Y vengo corriendo hace años para llegar a ésta vida, pero ahora que la conseguí descubro algo terrible:
Ésta vida no me incluía.
O tal vez me asesiné en pos de conseguirla.
Y ahora que ya no estoy y me extraño, no puedo expresarlo. Porque nadie le creería el papel de víctima al asesino. 
Sol Iannaci

Comentarios

  1. Me encantó. Describe perfectamente aquello que resulta justamente indescriptible por su ausencia. Sólo el recuerdo del sentimiento que se niega a ser explicado. Felicitaciones. En palabras de Sabina diría que "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió" pero si la hay, olvidar que puede suceder.

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