Mi soltería

Me acuesto a la hora que quiero, y me pongo tres o cuatro alarmas, para despertarme a la mañana siguiente justo con la que prefiero.
Reniego de mi soltería de vez en cuando. Y digo que la aborrezco, y que quiero a alguien, y a veces hasta logro convencerme de que eso es verdad.
Tengo mi rutina armada como sé que funciona, cronometrada con exactitud, y no quiero que nadie la toque, porque es mía. Es egoísta, quizás, pero disfruto que mi vida sea mía. No tengo horarios definidos para los demás. Decido yo, según mi ánimo, en qué momento quiero compartirme.
Aunque yo soy mi mejor compañía.
De vez en cuando salgo con personas. Me siento enfrente de hombres a fingir ser lo que no soy, a pretender necesitar lo que no necesito. Sonrío falsamente, soporto que me digan piropos que lejos de contentarme me incomodan, finjo disfrutar de conversaciones banales, de que me traten como si fuera algo frágil, y tal vez, con suerte, la primera salida me confunde.
Entonces pienso: ''Esta vez sí. Ahora sentí algo diferente, o al menos, algo''. Y les doy el enorme avance que ninguno de los demás consigue: Una segunda cita.
Pero en la segunda descubro que era una equivocación. Y pasa lo que pasa siempre. Mi mente sólo puede pensar en una cosa:
''Me quiero ir''.
Quiero estar en el sillón con mis amigas. Quiero estar tomando birra, sola, en el comedor de casa. Quiero estar con el pijama puesto. Quiero que el tiempo avance y que este tipo ya no esté sentado enfrente mío, nervioso, fingiendo ser algo que no es, intentando agradarme. O que retroceda. Quiero que retroceda y jamás haber dicho que sí porque no estoy sintiendo absolutamente nada.
''- ¿Me estás escuchando?'' - Vuelvo al momento y contesto que sí. Que creo que sí. O que sí pero no me interesa. Que sí pero que en uno o dos días va a pedirme explicaciones que no tengo por whatsapp, y yo le voy a decir que ''no sos vos, soy yo'', y que ''igual me gustó conocerte'', para poder volver a respirar en paz. Voy a copiar y pegar el mensaje genérico que ya me aprendí de memoria, con el que siempre quedo tan bien que todos me bloquean.
Que sí pero que no quisiera.
No puedo aceptar salidas por compromiso porque no tengo compromisos con nadie excepto conmigo misma, y solo sé conectar profundo, o nada en lo absoluto. Y a veces tengo ese miedo. ''¿Es que yo ya no puedo sentir?''. Sí, me respondo cada vez. Sí, pero sólo a veces.
Y eso hace a esas veces especiales.
Entonces digo que -otra vez- no hubo piel. Que no pasó -eso- que me pasó pocas veces. Que reniego de mi soltería, pero que la elijo, porque lo mío es tal vez una dosis de egocentrismo: La elijo hasta que alguien merezca al menos una parte de mí.
Aunque yo soy mi mejor compañía.
Aunque tenés que luchar contra mí, para poder estar conmigo.
Reniego de mi soltería de vez en cuando. Pero la protejo de todos. Porque todavía no llegó ese alguien. Y cuando me da miedo no poder sentir, recuerdo que sí pude, algunas veces.
Y eso las hizo especiales. Eso las hizo dignas de ser escritas.
Entonces reniego de mi soltería, pero la elijo. La elijo hasta que alguien me de ganas de volver a escribir.

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