Tu ausencia

Me volvés esa nena que la mujer que soy creyó que había quedado atrás, y quizás esa parte de mi sea la que no puede afrontar tu ausencia. ¿Vas a volver? Por las dudas te espero, aunque me convenza a mí misma de lo contrario, aunque diga en voz alta que ya no lo hago. ¿Existe alguna forma de racionalizar lo que sentí? Me quedé estancada en tu sonrisa, en una conexión fugaz que todavía permanece en todas estas cenizas, y te sigo extrañando, ¿A quién puedo engañar? Aunque sepa que probablemente siempre sea de más, nunca de menos, aunque sepa que probablemente ya jamás te pueda mirar a los ojos para así decirte en la cara que en mi vida fuiste un antes y un después, sólo que después seguiste siendo, pero sin estar.
Y sabés que pienso, y repienso, y de vez en cuando me enojo. Con el destino, con la suerte, con las casualidades, con la piel que tuvimos, con el poco tiempo que pudimos compartir, con lo eterno que se volvió, con vos, pero principalmente conmigo: Me enojo conmigo. Y pienso que por ahí simplemente estoy rota, que hay algo mal en mí, que sólo yo puedo seguir recordando con nostalgia, anhelando en secreto, queriéndote en silencio, que solo yo puedo seguir esperando lo imposible, evitando aceptar lo inevitable, mirando hacia mi puerta aún sabiendo que no vas a ser vos el que entre, que la vida está para adelante y que yo la estoy viviendo para atrás.
Me enojo conmigo pero me perdono, porque yo no provoqué este desastre. No sé qué parte de mi encontré dentro tuyo, no sé qué fue lo que con sólo verte cobró sentido, no sé que fue lo que volví a perder una vez que tuve que dejarte ir, pero hay algo más, tiene que haberlo: Hay algo en vos que busqué en todos lados toda la vida, hay algo en vos que me hizo sentir comprendida en un mundo que se empeñó en hacerme creer que desencajaba, linda en un mundo que se empeñó en decirme que no alcanzaba, especial en un mundo que se empeñó en hacerme sentir que nadie me observaba. Hay algo en vos que pude ver en ese segundo que te tuve, y ahora que nos desencontramos, volvió esa nena que creí que había logrado hacer crecer, pero vos me besaste la esencia, y ahora ella te extraña y desea en secreto, y yo le sigo gritando que de una vez por todas crezca y se vaya. Pero cuando la noche es fría y solitaria, no le cuentes a nadie: Ambas te lloramos juntas.
Sol Iannaci

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero