Charlas frente al espejo
Si este es mi hogar, lo estás destruyendo. Si esto es lo que sos, no me gustás. Si este es tu cuerpo, no me alcanza ni me merece. Y estoy cansada de verte llorar, no te soporto cuando no me dejás en paz. No te pongas eso, te queda mal. No lograste nada, no salgas hoy, va a ser mejor si te ocultás. No le importás al resto, pero principalmente, no me importás. Me da vergüenza lo que veo, me da miedo que lo vean los demás. Los demás, los demás, los demás. Los demás son el eco de todos mis peores pensamientos, de las lágrimas, los demás son los que -creo que- no te van a aceptar. Y yo no te acepto, y te intento cambiar, pero al final del día siempre sos la misma, y la imagen que el reflejo me devuelve no me satisface, y no sé cómo hacer para empezarla a soportar. Estaba de buen humor, hasta que te miré. Ahora no sé si sonreír y mostrarme, ahora me siento humillada por lo que vi en vos y en mi.
Si este es mi hogar, lo estamos destruyendo. Yo y la que me observa desde el espejo, que a veces siento que no somos la misma, que a veces siento que es mi mayor enemiga. Si esto es lo que sos, no me importás, y no sé que hacer con todas estas voces que no se callan, no sé que hacer con toda esta inseguridad. Estoy cansada de verte llorar, no te soporto cuando no me dejas en paz. Y no te quiero, y quiero quererte. Quiero quererte, quiero quererte, quiero quererme. Pero siempre vuelvo al mismo viejo y cansador lugar. El espejo ya lo escuchó varias veces, nomegustás. Y quiero gustarte, quiero gustarte, quiero gustarme. Quiero vivir la vida de la que me estoy privando por nada, excepto una idea que se volvió indestructible: La que me grita que no soy suficiente.
Quiero dejar de sentirme rehén de mi misma, determinada por lo que pienso, presa de lo que creo. Quiero dejar de insultarme de la manera en la que me insulto, porque me estoy escuchando, y porque si este es mi hogar, me estoy destruyendo con cada frase, que se volvió un disco en repetición, que se volvió una canción insoportable que nunca deja de sonar. Entonces me creo sus palabras, me las aprendo, las repito e internalizo, pienso que debo tener razón.
Pero mi cuerpo me sigue queriendo, mi cuerpo sigue aguantando más odio del que cualquiera debería soportar, mi cuerpo me sigue esperando, y yo le prometo, cuando estoy un poco optimista, con lo que queda de mí y con las fuerzas que sigo guardando, que algún día le voy a ser digna, que algún día mis palabras van a ser suaves, que algún día va a sentirme su hogar. Y también le digo, cuando me doy cuenta de la realidad, que me perdone, y le prometo, cuando me da lastima seguirlo hiriendo, que él me alcanza y sobra, que el problema siempre fue mío, y que algún día yo soy la que le voy a alcanzar.
Si este es mi hogar, lo estamos destruyendo. Yo y la que me observa desde el espejo, que a veces siento que no somos la misma, que a veces siento que es mi mayor enemiga. Si esto es lo que sos, no me importás, y no sé que hacer con todas estas voces que no se callan, no sé que hacer con toda esta inseguridad. Estoy cansada de verte llorar, no te soporto cuando no me dejas en paz. Y no te quiero, y quiero quererte. Quiero quererte, quiero quererte, quiero quererme. Pero siempre vuelvo al mismo viejo y cansador lugar. El espejo ya lo escuchó varias veces, nomegustás. Y quiero gustarte, quiero gustarte, quiero gustarme. Quiero vivir la vida de la que me estoy privando por nada, excepto una idea que se volvió indestructible: La que me grita que no soy suficiente.
Quiero dejar de sentirme rehén de mi misma, determinada por lo que pienso, presa de lo que creo. Quiero dejar de insultarme de la manera en la que me insulto, porque me estoy escuchando, y porque si este es mi hogar, me estoy destruyendo con cada frase, que se volvió un disco en repetición, que se volvió una canción insoportable que nunca deja de sonar. Entonces me creo sus palabras, me las aprendo, las repito e internalizo, pienso que debo tener razón.
Pero mi cuerpo me sigue queriendo, mi cuerpo sigue aguantando más odio del que cualquiera debería soportar, mi cuerpo me sigue esperando, y yo le prometo, cuando estoy un poco optimista, con lo que queda de mí y con las fuerzas que sigo guardando, que algún día le voy a ser digna, que algún día mis palabras van a ser suaves, que algún día va a sentirme su hogar. Y también le digo, cuando me doy cuenta de la realidad, que me perdone, y le prometo, cuando me da lastima seguirlo hiriendo, que él me alcanza y sobra, que el problema siempre fue mío, y que algún día yo soy la que le voy a alcanzar.
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