Rompecabezas

Hay cosas que nunca voy a entender, por más que trate. Una de esas, sos vos. Tu nombre me suena a problema matemático, y los números nunca fueron mi fuerte. Pero a vos no te resuelve nadie, y sé con certeza que te han intentado. Tu nombre me suena a acertijo indescifrable, y te pienso y repienso, y me adentro más en tu laberinto, porque no sé de qué estás hecho, pero los ingredientes son tu receta mejor guardada, o tal vez nos los sabés ni vos, porque con vos la película siempre es suspenso.
Es que te observé varias veces desde lejos, con la mirada perdida y el ceño fruncido, y sospecho que estás así porque estás intentando comprenderte, pero fracasás, al igual que yo. Igual, pará, estas son cosas que se me ocurren a mí, viste que yo pienso mucho. Varias veces me han acusado de enredarme demasiado, pero es mi forma de ser, de vivir, tampoco voy a fingir ahora ser tan simple. Quizás por eso nuestros planetas colapsan cada vez que estamos cerca: Porque ninguno se entiende a sí mismo, y ninguno puede soportar no obtener de afuera la simpleza que no consigue dentro. Entonces yo no te soporto, a veces, y vos me odias algunos días, porque no entendemos por qué carajo con tanta gente fácil, que abunda, nos venimos a complicar la vida con alguien justo como nosotros, aunque completamente distinto: Con otras complicaciones, con otros números, con otras dificultades. Pero siempre nos reencontramos en un abrazo, porque vivir de este lado es más jodido, pero más divertido.
Yo no sé cómo hacer para interpretarte, en una de esas no se puede, pero tampoco sé como interpretarme, y a esta altura creo que tampoco se puede, que no todo tiene lógica, que la mayoría de las cosas más hermosas no la tienen, que los sueños, que la magia y el destino, tienen mucho de esa cuota de no entender, pero confiar. Somos piezas pérdidas de algún rompecabezas que nunca se va a poder completar, y no voy a decirte la gilada esa de que encajamos, porque casi nunca lo hacemos, porque por ahí hasta tu pieza es de un rompecabezas diferente, pero me hacés bien, y hasta me gusta que no vengamos del mismo juego, porque cada uno está perdido, y cada uno es inentendible a su modo, pero yo aprendí a quererme así, y me encanta quererte justo de esa manera, justo a tu manera.
Yo no te sé con certeza, pero me hago una idea. Y me gustás así, con la parte tuya que nadie conoce incluida, porque te deduzco, saco conjeturas, te supongo y te estudio, pero seguís siendo misterio, y ese misterio te mantiene especial entre tantos libros abiertos con muy poca historia, ese misterio hace que jamás me aburra de escucharte. Y no te soporto, a veces, pero la mayoría del tiempo te admiro. Porque llevo tanto tiempo buscando resolverte que no supe darme cuenta: Estoy segura de que si te supiera por completo, te seguiría queriendo, y estoy segura de que todo lo que no conozco, me va a gustar más. Te admiro porque sos como yo, y porque sé que no es fácil vivir sin conocerse del todo a uno mismo, pero también sé que vale la pena.
Entonces odiemonos de vez en cuando, pero sigamos desencajando juntos, que no importa si el rompecabezas se completa, lo que importa es que las piezas no pierdan lo que las hace diferentes sólo para pertenecer. Y vos y yo encajamos perfecto así, sin entendernos en lo absoluto, y comprendiendo que si estamos bien y si estamos juntos, no hay más nada que tengamos que explicar ni que entender.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero