Magia

Ya no sé si te escribo a vos, o le escribo a tu recuerdo, o a la clase de amor que para mí representas, pero aunque vos ya no estés, aunque ya tenga asumido que jamás vas a estar, de vez en cuando, en días como hoy, en esos en los que me siento sola, me dan ganas de volver a escribirte, o de escribirle a tu recuerdo, o a tu clase de amor. Me dan ganas de pensarte y sonreírle a ese momento de mi vida en el que casualmente tropecé con tu presencia, a quien fuera que nos hizo estar en el mismo momento y en el mismo lugar, en este mundo enorme que siempre parece ser desencuentro.

Pero algo, o alguien, tal vez algún Dios, para vos, que sos creyente, o tal vez el destino, para mi, que soy más racional, tal vez alguien que nos veía desde arriba y decidió que era momento de cruzarnos, o tal vez un golpe de energía que nos impulsó a atraernos por un rato, para después volvernos a distanciar, algo, o alguien, o lo que sea que fuere, decidió que este planeta tenía que ser testigo de nosotros, y decidió que yo tenía que ser testigo de que las personas como vos existen, y de que me pueden pasar a mí, así, un día cualquiera, como ese día, y esa es la cuota de esperanza que necesitaba para no renunciar. 

Es que, ya sabés, critiqué e insulté por mucho tiempo a quien fuera que determinó que tuviera que conocerte, para volverte a perder. Pero hoy en la distancia, ya eso tanto no me indigna. Porque no puedo tenerte, porque esa es la realidad, pero vos fuiste destino. Y yo, que nunca creí en el, y que siempre en cada truco vi la trampa, hoy creo en vos, y por consiguiente, vuelvo a creer en el amor. Es que me miraste, y me hiciste sentir que te merecía, o que merecía a alguien como vos aunque vos no fueras, y yo, que venía recolectando miradas indiferentes, y no me sentía más que un pez en el mar al cual nadie elegía, me volví a sentir especial, única, importante, porque por un ratito, yo te merecí, y tus ojos que podían mirar a la izquierda o a la derecha, se centraron sólo en mí.

Por eso tal vez, hoy todavía te escribo. Y créeme, ya te renuncié. Pero no pienso renunciar a los que son como vos, porque vos fuiste. Y sé que tuve que conocerte por alguna razón, y elijo creer que alguien, o algo, me quiso demostrar que vos existís, que caminas por algún lado, que reís como yo río, que respirás, amás, sufrís, soñás, y que también estás deseando a alguien como yo. Y ahora, que estoy de nuevo sintiéndome incomprendida, te voy a buscar en cada persona, porque ya no sé conformarme con nada menos, aunque no tengas que ser vos. Porque vos me lo dijiste, o me lo hiciste sentir. Yo no merezco nada menos que un par de ojos que me miran como si no hubiera nada mejor que mirar, y como si conocerme, lejos de ser suerte, sea magia.

Sol iannaci

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero