Un extraño

Si pudiera hacerte una pregunta, una única pregunta, y recibiera a cambio la certeza de que la vas a responder, te preguntaría quién sos. Yo sé algunos datos sobre vos que no cambiaron, como tu nombre, tu edad, y el color de tu piel. El tono de tus ojos también es el mismo que antes, pero tu mirada no. Me mirás como si me estuvieras traspasando, y yo siento frío. Entonces recuerdo una frase. La de que la humanidad del otro se descubre en su mirada. Y jamás creí que fueras justo vos la persona a la que iba a percibir deshumanizada.
Tus labios son los mismos pero las palabras que salen de tu boca no. Ahora hablar con vos se volvió cualquier cosa excepto especial. Ahora siento que sos el invierno más helado en el que estuve. ¿Cómo me pude confundir tanto?
Entonces me perdono, porque no me confundí. Yo estoy segura de lo que vos fuiste. Estoy segura de que esa otra persona existió. Yo sé que no te inventé, aunque mi imaginación sea maravillosa. Vos eras otro, incluso si eso no tiene sentido alguno. ¿Como una persona puede cambiar tanto?
Estoy frente a un extraño que tiene tu rostro, tu nariz, y que se ríe como vos. Pero vos no sos él. Y camino a mi libertad, se que si no me desenamoro de la persona que ya no existe, voy a seguir aferrándome a vos que no sos nada, excepto el cuerpo de a quien amé.
Pero yo no puedo seguir fingiendo que vivir con un cadáver en mi habitación no es raro, y no puedo quedarme solo porque extraño a alguien que se fue para no volver. No puedo mentir: Si estoy acá es porque no sé cómo hacer el duelo por alguien que sigue vivo, pero años luz de volver a ser quien fue.
¿Qué cambió? ¿Cuándo decidiste hacerme parte de tu destrato?
¿Cómo puedo mirarte a los ojos y aceptar que esa persona a la que amé falleció, y que ahora me observa un extraño con sus mismos lunares?


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero