Tu perfume

Querer volver a verte no es capricho ni es obsesión, es solo una especie de deseo con el que me gusta vivir. Nos daríamos un abrazo de bienvenida por cuarta vez en esta vida, y al sentir tu perfume me acordaría de que ya lo conozco bien, pero que mi nariz no puede pensarlo cuando no estás cerca, y entonces ella necesita tu presencia. 
Es que cuando no estás cerca, a la distancia, mi mente puede dibujar tu rostro, y cuando me olvido de algún detalle tengo nuestras fotos, y entonces lo vuelvo a memorizar. Y cuando no estás cerca, a la distancia, mi cabeza puede reproducir el tono exacto de tu voz, y si se empieza a volver díficil tengo tus audios o puedo llamarte, entonces pronto la vuelvo a incorporar, porque en algún lado estaba, todo en algún lugar de nuestro inconsciente está.
Pero con mi olfato el tema es diferente. Yo sé que mi nariz tiene alguna especie de memoria, porque cada vez que este mundo me demuestra que no es tan grande como para separarnos para siempre, yo vuelvo a respirar cerca de tu cuello mientras tus brazos están rodeando mi cuerpo, y puedo jurar que sé que ese fue siempre tu perfume. Pero a la distancia no. Mi nariz a la distancia no recuerda. Y si recordar es traer a la memoria algo percibido, aprendido o conocido, o retener algo en la mente, puedo dar fé de que el olfato es un sentido que no sabe retener nada del todo. Lo retiene en el inconsciente hasta que lo vuelve a sentir. Pero acá, sóla en mi habitación y a dos mil kilómetros de tu cuerpo, no puedo pensar en tu perfume y gracias a eso sentirlo dentro mío. No como hago con tu rostro. No como hago con tu voz. 
Querer volver a verte no es capricho ni es obsesión, es solo una especie de deseo con el que me gusta vivir. Nos abrazaríamos de bienvenida por cuarta vez en esta vida, y al sentir tu perfume recordaría que ya lo conozco bien, pero que mi nariz no puede pensarlo cuando no estás, y entonces ella necesita tu presencia. Y podría preguntarte la marca, y comprarme uno, y usarlo en mí para engañarme un rato, pero dicen que los perfumes se sienten diferente según la piel que los lleva puestos, y yo necesito ahora mismo sentir el perfume que vos usás, y el olor exacto que adquiere cuando está en tu cuello, y no en el mío, ni en el de nadie más.
Porque, aunque ahora no puedo recordarlo, sé que para mí justo esa es la fragancia de la felicidad.

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