Me querés

"Me quiere", me susurro a mí misma cuando me herís. Y no es mentira. Me querés. Tenés una manera de querer que no es la mía, ni la de nadie a mi alrededor. Me querés con tanta sutileza que a veces tu cariño se confunde con desprecio. Y cuando no me hacés sonreir, me hacés doler la cabeza, el cuerpo y el corazón, porque tu amor es diferente a los que conozco, y tu forma de demostrarlo es casi imperceptible, entonces todo queda en lo que decís, (no puedo guiarme por lo que hacés).
Me querés. Lo sé porque te seguís aferrando, y yo no me voy porque me gustaría que vos lo hicieras por mí. El problema es que más allá de que estoy completamente segura de que me querés, también estoy absolutamente segura de que tu cariño son manos que acarician llenas de espinas, y que yo, por idiotez u obsesión, prefiero sufrir tu tacto que llorar tu ausencia. Inclusive si en esa ausencia por fin dejara de sangrar.

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