Una carta

Una carta
Una carta que no te interesó leer en algún cajón de esos destinados a guardar las cosas que no sabemos dónde esconder, y mi corazón en pedazos en el piso de tu habitación. Cada vez que entras y salís mientras mi carta acumula polvo, volves a pisarlo y llevártelo puesto, y ya no sé si no puedo llorar porque se rompió tanto que me inhabilitaste el llanto, o porque la indignación y desilusión que tengo me paralizó el amor que te tenía. Solo sé que es como si no pudiera sentir nada, y pienso para mi misma que bendito sea el día en el que alguien me haga sentir otra vez, aunque sea dolor. Y pienso que lo abrazaría, pienso que le agradecería a ese alguien que me volviera a destruir el corazón, porque sé que eso significaría, con un poco de imaginación, que todavía queda algo vivo dentro de mí. Que no arrasaste con todo vos. 

Me gustaría sufrir esta decepción, me encantaría poder enojarme, poder gritar, poder sacar de alguna forma para fuera todo esto que me esta oxidando dentro, pero todo lo que puedo hacer es estar en otro lado, constantemente. Nunca estoy dónde está mi cuerpo porque me dejaste inmóvil, como cuando te dan una noticia que te toma desprevenido y no podes siquiera entristecerte, porque no terminas de caer en lo que te están diciendo. ¿Te pasó alguna vez? Sorprenderte tanto de alguien, que la vida se detiene mientras la seguís viviendo y solo te queda rezar por algún día volverte a encontrar.

Es que te juro, me gustaría caer en lo que me están diciendo y llorar y llorar, pero estoy en constante caída libre, y todavía no toqué el suelo, todavía no sufrí ese impacto porque sigo intentando entender que la vida cambia en un instante, y que todas las expectativas que nos tenía no eran más yo, confundiendo mis sentimientos con la realidad. ¿Alguna vez te quedaste esperando que alguien te pellizcara y te despertara? ¿Alguna vez la vida te golpeó tan fuerte que solo pudiste desear que sea un sueño? ¿Alguna vez te sentiste así de incapaz de afrontar una decepción?

Ojalá jamás la leas, porque vos no sos la persona a la que le escribí. Y no hay nada más difícil que tener que aceptar que esa persona jamás existió, porque ¿sabes? A esa persona yo la necesitaba. La necesitaba para no sentirme incomprendida en un mundo que no hace más que lastimarme, la necesitaba para tener fe en los demás, la necesitaba para mantener la esperanza, la necesitaba para creer que existe la gente buena, te necesitaba como el que me dijiste que eras, porque no eras como los demás. Entonces te perdono todo lo que hiciste antes de hacerme sentir que realmente te importaba, y nada de lo que hiciste después: Cuando lograste que te escriba esa carta llena de ilusión y tiempo perdido, donde expuse mi corazón desnudo, que no te interesó leer. Y ojalá nunca la leas, porque al que me dejó paralizada e incapaz siquiera de llorar, no se la escribí. Yo se la escribí al que creía que eras. Y él nunca haría lo que hiciste vos.

Sol iannaci

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