Nuestra canción

¿Te acordás cuando nuestra canción era nuestra canción? Ahora es tuya, me la robaste. Antes esa canción era melodía, ¿Te acordás de la complicidad que sentíamos al escucharla? Ahora es ruido, y en ese ruido puedo oír a mis mayores temores hablar. ¿Te acordás de lo identificados que nos sentíamos con su letra? Ahora me genera una angustia inexplicable. Sólo pienso en lo que creí que éramos, en lo que pudimos ser, y en qué pensarás al reproducirla. Nuestra canción sigue existiendo, pero te la apropiaste. Ahora es tuya, y te lo confieso, no puedo escucharla sin pensarte, no puedo escucharla sin tenerla que cambiar antes de que el temor de que ya no recuerdes lo que significaba para los dos me invada. Entonces pienso que me gustaría que la vida fuera como esa canción, a la que puedo pausar, rebobinar, o adelantar.

Y quizás, si la vida fuera como una canción, elegiría rebobinarla. Y tal vez, si hoy te tuviera enfrente otra vez, haría lo que fuera para no ponerle música a nuestro amor. Porque hoy te recuerdo en las melodías más dulces, pero ya no puedo disfrutarlas: Mis inseguridades destruyeron su sonido.
Sin embargo seguís estando, inclusive en el ruido, y aunque me cueste confesarlo, no tengo idea de cómo hacer para que dejes de estar. ¿Te acordás de nuestra canción? Ojalá la sientas mía, o nuestra, o al menos ruido.
Pero nunca tuya, y de alguien más.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Día de sol

El último cigarrillo

Te quiero