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Mostrando entradas de julio, 2018

Melancolía

Dicen que los años no vienen solos, los míos vinieron llenos de una agridulce melancolía. Me da miedo el tiempo, lo rápido que todo termina, y lo mucho que pueden durar los recuerdos. Antes vivía, vivía y sentía. Ahora cuando estoy en el momento en el que quiero estar, enfrente de la persona que quiero estar, feliz de estar en ese lugar, siento esta rara melancolía: La que te genera saber que los minutos vuelan y que pronto todo sólo va a ser un recuerdo, que cada día ese recuerdo se va a llenar más de polvo y de ausencia hasta ya parecer viejo, como de otra vida, como de otro corazón. Te miro y sé que después te voy a estar pensando, y desearía poder hacer algo para frenar la vida en este instante en el que estoy dónde quiero estar, o poder volver a ser como antes, cuando vivía sin la ansiedad que da saber que por mucho que te aferres al presente, en breve se convierte en pasado. Y quizás sea una forma valiente de vivir la vida, o quizás sea muy cobarde, pero es que así me hicieron lo

Feliz cumpleaños

Que ese día en el que me dijiste de salir y yo te dije que no tenía nada que hacer, te mentí: Lo cancelé todo. Y que si pienso en la felicidad, me imagino tu sonrisa. Que cuando veo alguna foto vieja, siento todavía lo mismo, o quizás más. Y que las noches en soledad, me faltan tus brazos, e incluso las noches acompañado, a veces, porque me sigo sintiendo en soledad. Que cuando te dije que no me acordaba de lo que me dijiste aquella vez, te mentí: No hay nada de vos que no recuerde. Y cuando te dije que no le había prestado atención a tus lunares, te mentí: Hasta incluso los conté. Que esa noche en la que me quedé mirándote y te dije que no me pasaba nada, me pasaba todo, estaba pensando en la suerte que tenía. Y que cuando hablabas mal sobre vos misma, sentía impotencia de no poder prestarte mis ojos, para que así te vieras como lo que realmente sos. Que no me olvidé de tu cumpleaños, venía pensando en escribirte hace un mes, pero cuando llegó el momento no me atreví, y en diez minuto

Aprendiendo a aceptar

Y estoy aprendiendo a aceptar, contra mi corazón y su credulidad, que así es como se me dan las cosas, una, dos, tres, todas las veces. Que acá es dónde estoy y esta es la clase de amor que hoy en día puedo recibir, y nada más. Que la gente es temporal y lo sé desde un principio. Que las bienvenidas tienen fecha de vencimiento. Que sé antes de abrir el libro cuál va a ser el final. Que conozco a personas que por alguna razón no tienen ni pueden tener destino de permanencia. Que todo parece un dejavú, que nadie nunca se queda, o se puede quedar. Y estoy aprendiendo a entenderlo, a no creer que tiene que ver conmigo, que es algo que a mi me falta, o que siempre va a pasarme igual. Estoy aprendiendo a pensar que es ahora, que mañana no se sabe, que hoy en día me toca vivir estas experiencias, cortas, intensas, pero sin chance de ser nada más que oportunidades, rostros que quizás nunca más voy a poder mirar. Y las tomo, aunque mañana van a dolerme, porque mi corazón no aprendió jamás a ser

Tu nombre

Sinceramente creo que es triste pensar que la poesía nos salva del mundo, porque es afirmar que algo, o alguien que crea algo, nos tiene que salvar. Y sabes, te juro que me encantaría no sentir como siento, creer que este planeta es más humano, que no tenemos que escaparnos de ninguna forma. Pero la realidad es que cada uno encuentra su manera de hacerlo, y todos al final del día lo hacen. Algunas maneras son más nocivas, otras más inofensivas, en fin. Yo me refugio en las palabras, son mi lugar seguro, en el que no entra nadie más que yo, y cuando las leo las siento, y me siento inmersa en ellas, y en las personas que las escribieron, y este mundo me parece mucho mejor.  Te dediqué las palabras más lindas, las más tristes, te dediqué palabras de aliento, de pasión y desamor. Te escribí los versos más oscuros, y los más serenos, te lloré en escritos, te amé y lo eternicé en papel, y de alguna forma hiciste que cada palabra me sonara a vos.  Y la poesía está un poco celosa, porque nue

Promesas

No quiero que pienses que soy nuevo en esto, aunque quizás lo parezco, porque ante la duda, siempre te creo. En realidad, ya lo escuché todo de distintos labios, llega un momento que las promesas se terminan, y se repiten siempre, como un disco viejo. Que te quiero sólo a vos Que nunca nadie me trató tan bien Que me despierto pensándote  Que me preocupo Que quiero verte Que no existe nadie más  Que hace mucho no sentía nada igual Que siempre, te lo juro, voy a estar. En realidad no hay mucho más que eso, y como ya te dije, no pienses que con vos me estreno. Mi corazón ya escuchó una y mil veces lo que me estás diciendo, aunque me mires ahora y te sorprendas de lo iluso que parezco, porque por alguna razón el amor con vos tiene gusto a nuevo. Es que ya las conozco todas, me las sé de memoria y las repelo, pero en vos suenan diferente. Y te lo juro, no tengo idea de por qué, pero cada vez que me prometes algo, primero te creo, y después pienso en por qué te creí tan fácil. Y s

La decisión

Dejé una nota que decía "De esto no tiene la culpa nadie" en mi escritorio, y tomé coraje, o cobardía, todavía no sé bien que requiere esa decisión. Ordené la habitación, dicen que todos lo hacen antes de ese momento. Repasé nombres, quizás tenían la culpa muchos, pero la decisión al fin y al cabo era sólo mía, me parecía más simple renunciar. O tal vez eran ellos, tal vez me habían forzado a hacerlo. Me puse a llorar, sabía bien que era la última vez que lo haría, igual que todo lo que requiere sentir, y volví a repasar mi plan, pero estaba totalmente decidida: Hoy en mi casa alguien iba a morir. ¿Qué se hace cuando te desganas completamente de todos? ¿Qué se hace cuando te cansas de sufrir? Y colgué a mi corazón de una soga, por el cuello. Lo vi luchar por su vida, lo vi asfixiarse y lo vi morir. En cuanto a mí, sigo viva. Pero ya no soy aquella que fui. Y los diarios dicen que fue asesinato. Y los diarios me culpan a mi. Y yo los culpo a todos ellos que me hirieron, y

Mis sentimientos

Me quedé sin palabras, ¿que te puedo decir?, mis sentimientos no son debatibles. Es que cuando se trata de una opinión, yo peleo, defiendo mi posición con uñas y dientes, y admito finalmente cuando me equivoco. Pero esto se trata sobre lo que sentí, y lo que siento no se refuta. Entonces, si me hiciste sentir mal, incómoda, triste, no hay nada sobre lo que deliberar, no puedo darte el brazo a torcer, no puedo decirte que tenes razón, que no debería haberme dolido tanto, que no debería haberme causado lo que me causó, o que pensándolo mejor es verdad, que es algo que no tiene que ponerme mal. Porque vos lo estás razonando, y yo lo siento. Y te lo juro, podemos abrir un debate sobre lo que vos quieras, menos sobre mis emociones. Me sentí mal. Y nada de lo que digas va a cambiar esa realidad. Porque vos estás pensando, con la mente en frío, y yo lo sentí, con el corazón en caliente. Me dolió, quieras o no. Podés elegir hacerte cargo de eso, pero jamás te voy a pedir disculpas por haber s

Ojalá me recuerdes

Ojalá me recuerdes, ojalá te salga una sonrisa cuando escuches mi nombre, y pienses en mí cuando leas alguna frase o escuches alguna canción. Ojalá no te olvides del sonido de mi risa, y sigas acordándote en la distancia del sabor de mis labios, del calor de mi piel, de las noches que pasamos, de mis uñas en tu espalda, ojalá no se cubra rápido de olvido mi presencia, ojalá te haya dejado una buena imagen, pero por favor, prometeme que me vas a recordar. Es que a medida que los años van pasando, veo a las relaciones bajo otra luz, y ya no las pienso eternas, y mi mayor aspiración ya no es que sea para siempre. Ahora, al conocer a alguien, lo único que quiero es dejar un lindo recuerdo. Decime que me vas a recordar, decime que mis besos no se borran con los primeros próximos labios, que mi pasión no se olvida en la primera próxima cama, que vas a pensar en nuestra forma de arder y a sentir lo mismo que aquella vez. Es que yo sé que la mayoría es temporal, y ya no busco mucho más. Sólo

Magia

Ya no sé si te escribo a vos, o le escribo a tu recuerdo, o a la clase de amor que para mí representas, pero aunque vos ya no estés, aunque ya tenga asumido que jamás vas a estar, de vez en cuando, en días como hoy, en esos en los que me siento sola, me dan ganas de volver a escribirte, o de escribirle a tu recuerdo, o a tu clase de amor. Me dan ganas de pensarte y sonreírle a ese momento de mi vida en el que casualmente tropecé con tu presencia, a quien fuera que nos hizo estar en el mismo momento y en el mismo lugar, en este mundo enorme que siempre parece ser desencuentro. Pero algo, o alguien, tal vez algún Dios, para vos, que sos creyente, o tal vez el destino, para mi, que soy más racional, tal vez alguien que nos veía desde arriba y decidió que era momento de cruzarnos, o tal vez un golpe de energía que nos impulsó a atraernos por un rato, para después volvernos a distanciar, algo, o alguien, o lo que sea que fuere, decidió que este planeta tenía que ser testigo de nosotros, y

Tu mayor temor

Me acuerdo que tu mayor temor antes, era que yo te escribiera, que te hiciera poema con final triste, como aquel esposo con pánico a que su mujer hablase mal de él con la psicóloga, pero vos sabías bien que mi psicóloga era el papel y la birome. Me acuerdo preguntarme qué era lo que te generaba tanto temor de una chica que se supiera expresar en palabras, "Con mis escritos no le disparo a nadie" te dije un día entre risas, pero vos tenías miedo, de eso me acuerdo bien. Tal vez por esa razón lo ocurrido amerita un escrito. Deberías haberlo sabido. Me lastimaste, eso lo sabemos los dos, y como siempre fuiste bastante honesto, jamás me lo negaste, pero como sos demasiado orgulloso, nunca me pediste perdón. Entonces ahora, que está pasando eso a lo que le tenías tanto miedo, no entiendo por qué te generaba terror que te escribiera y eternizara mi dolor, y no te generaba tal terror herirme, como eventualmente no te privaste de hacer. Yo lloro en letras, sé que te gustaba leerme,

Despedidas

Despedidas No me gustó nuestro ultimo abrazo, lo sentí frío, distante, o no sé cómo explicarlo. Solo sé que me gustaron más los otros, los de antes del final, de la despedida, de la última vez que me rodeaste en tus brazos y yo me quedé cerca de tu cuello, para sentir tu perfume. Si, me gustaron más los demás, y también los otros besos, el último se sintió vacío, y eso es lo que me pasa siempre, cada vez. Nunca me gustan los últimos abrazos, los últimos besos, nunca les encuentro sabor a suficiente. Creo que es porque justamente es despedida, y lo que uno jamás comprende es por qué carajo tiene que haber una despedida, por qué carajo tiene que ser ese el final, por qué razón no va a haber más después, entonces intenta hacerlo rápido, casi casual, e intenta que de alguna forma no se sienta como un chau, sino como un hasta pronto: Eso si, como un mañana nos vemos. El problema es cuando se sabe que es un hasta siempre, o un hasta mucho mucho tiempo, pero igual se finge. Entonces el abr

Buscandote

Te estoy buscando en cada persona, y fracaso en el intento, ¿sabés? Ya no sé si existirás en otro lado. Pero es que después de vos todos los besos saben a lo mismo, a todos les falta ese algo que ya dije que vos tenías, y ya no me llena cualquier lugar. Es que, decime vos, contame como hacer para, después de un amor como el tuyo, volver a retroceder. Me niego a ir otra vez para atrás. Entonces, pienso que este era el sentido de nuestro encuentro, tal vez el mundo me gritó que, no ahora, pero cuando tenga que ser, lo que necesito es algo así, y que existe, que no me conforme con nada menos que con quién me sepa amar.  Y te busco, y fracaso en el intento, pero te vuelvo a buscar. Porque, aunque quiera amoldarme y resignarme, ya no puedo estar con nadie que no me mire como obra de arte, que no me bese entera, que no me trate como si hubiera que protegerme del mundo porque soy especial, con nadie que sienta que no me comprenda, con nadie cuyo amor no sea a mi medida. Te estoy buscando en

15 segundos

Ojalá algún día te vuelva a tener enfrente. Sé que las cosas buenas no me pasan a mi, es como si estuviera siempre en la otra vereda, viendo como todo lo mágico, lo increíble, lo de película, le pasa al resto, a ese resto que no soy yo. Pero igual, mi corazón que rehusa a conformarse, de vez en cuando me agarra desprevenida y me hace volver a desear un reencuentro, volver a desearte, volver a activar ese mínimo de esperanza que nunca se pierde, ese que te hace seguir viendo el partido cuando faltan 15 segundos y tu equipo va perdiendo, ese que te hace entrar a tu mail cuando después de meses seguís aguardando que te llamen de ese trabajo, ese que te hace confiar hasta último minuto contra todo pronóstico y un cielo lleno de nubes negras, que en tu cumpleaños no va a llover. Todos guardamos, siempre, ese mínimo de esperanza, y bueno, ¿para qué negarlo? Cuando acá hace frío todavía te espero, todavía confío en que un día voy a ser yo a esa a quién le suceden cosas increíbles, y me voy a

Todo bien

Te dije que estaba todo bien, y la verdad que no está todo bien. Todavía lo que me hiciste me duele en el pecho, me duele recordarlo, pensarlo, me duele saberlo. Te dije que estaba todo bien, porque pobre, te estabas disculpando, pero así no lo siento. Y no te culpo, el problema es mío, el problema es que prefiero enemistarme con mis sentimientos en vez de decir que no está todo bien, en vez de decir que me duele, que me va a seguir doliendo, y no dejar ninguna consciencia tranquila, excepto la mía, que no se cuando dejó de ser la más importante. No está todo bien, me sigue causando lo que me causó aquella vez, ¿Cómo pude haber dicho que no pasaba nada? Si me destrozaste por dentro.  No está todo bien, y no quiero que pienses que retrocedo. Jamás lo estuvo, pero no supe serme fiel y reconocerlo. Supongo que nunca es tarde, no voy a seguir fingiendo. Que esté todo mal, el tiempo que haga falta, y si tu compañía ya no me hace bien, entonces mejor lejos. Porque hay personas que te ge

Ella

¿Le contaste a ella? De mis uñas en tu espalda, de las botellas en el suelo, de tus besos en mi cuello, de la noche que parecía interminable y sin embargo, terminó. ¿Le contaste? De todos los me encantas, de las palabras dulces, de todo lo que dijiste que sentías mientras ella miraba fijamente el reloj, esperando que volvieras. ¿Le contaste de las promesas? Por un momento podría haber jurado que sentías algo por mi, que era real, que no ibas a ser capaz de volver a ella para fingir. ¿Sabrá algo de todo eso? Tus labios en mis hombros, mis gemidos en tu oreja, manos entrelazadas. Seguro no sabe nada. Es que quién engaña, engaña a dos personas: A quién tiene al lado, y a quién esconde. Dos sufren al traidor. Y te creí porque tenés esa facilidad, tenés ese don, tenés esa manera. Vos hablás y el resto te confía, y yo no te imagine capaz de jurarle más nada a ella después de esa noche conmigo, pero ahora te veo mirarla, y la impunidad recorre tus venas, y no se ve en tus ojos siquiera una m

Día del orgullo

Y si ellos nos miran (porque lo harán) sujetame un poco más fuerte, que ninguna voz me da más miedo que esa que me dice que puedo llegar a perderte. Y si ellos susurran o gritan (porque pasará) no los escuches, eventualmente, algún día, sé que se callarán. Dame la mano, y no me sueltes, aunque ellos nos juzguen, (porque nos van a juzgar), pero ningún golpe de ningún hombre me duele tanto como el tenerte que renunciar. A mi este amor no me duele, me duelen todos ellos, que me pretenden decir a quien tengo que amar. El otro día escuché en el colectivo que la gente como yo estaba enferma, intenté evitar sufrir, aunque en algún lado de mi quedo grabado, porque esa noche me soñé en un hospital. Y cuando se lo conté a mi abuela, bueno, me sentí un criminal. Un criminal confesando su mayor crimen, su homicidio, su delito, y mi delito era amar. Mucha gente ya no me habla, mi papá todavía no lo asimila, y a la casa de mi abuela ya no puedo entrar. Algunos me entendieron, sobre todo en estos tie

Detrás del resultado

Y si hay algo de lo que me di cuenta, es que la gente siempre ve el resultado. Si tu resultado es, por ejemplo, ganar un trofeo, la gente ve eso. Te ve a vos con el trofeo en la mano, con la sonrisa enorme, con la alegría a flor de piel. La gente no ve la interminable sucesión de intentos previos que desembocaron en frustración, la cantidad de veces en las cuales te preguntaste si renunciar sería mejor, las noches en las que te acostaste llorando y te diste por vencido, hasta la mañana siguiente, en la que casi sin ganas pero con alguna que otra cuota de esperanza guardada en el bolsillo, volviste a empezar. Y le hiciste frente a una vida que te decía que no ibas a lograr sacarle ni una migaja de felicidad y éxito. La gente no sabe de todos los días en los que te sentiste totalmente perdido, sin saber si el esfuerzo que estabas haciendo te llevaría a algún destino, o si por siempre te encontrarías ahí, varado a mitad de camino, ni tampoco de las tardes en las cuales te pusiste a pen