Sabina tenía razón
Caminando por la calle, me acuerdo que en esa plaza estuve con una persona que quise mucho. Jamás creí en ese entonces que nos alejaríamos. Me pregunto en qué andará ahora.
Encuentro fotos viejas que están en una cajón de mi armario acumulando polvo, descubro en ellas a quienes en mi vida ya no son más que un par de fotografías antiguas. Mi sonrisa era distinta, como la de quién no sabía que todo de un día al otro puede cambiar, pero los años te dejan con tantas memorias como personas, que ya no están.
Me río de un chiste, ese lo contaba mi amiga de la secundaria, pienso. Decíamos que éramos como hermanas, hoy no sé ni siquiera dónde estará viviendo. Contesto algo que aprendí de alguien, algo que me enseñó una persona que ya no es parte de mi vida y que incorporé. Todos dejan algo en nosotros, todos dejamos algo en los demás. Me pregunto que cosas habrán aprendido los demás de mí, que cosas seguirán repitiendo, si se acordarán de que fui yo quién se los enseñó, si algo me traerá a la mente de determinada gente. Sospecho que algunos me recordarán con dulzura, y que otros seguramente lo harán con rencor. Comprendo que no a todos les presenté mi mejor versión.
Conozco a alguien nuevo, me suena parecido, usa el mismo perfume qué alguien a quien solía conocer, y tengo miedo de que pronto ese perfume no me recuerde a una, sino a dos ausencias.
Viene Green Day a Argentina, esa banda le encantaba a Lucía, quizás le sigue gustando, quizás la vaya a ir a ver. Cuando éramos cercanas me había invitado a acompañarla, menos mal que no acepté. No era quien creí, pero que lindo haberla creído, por un rato, distinta.
Cuantos caminos se entrelazaron con el mío: Distintos rostros, igual sensación. Quizás seamos un collage de todos los que amamos. Y de pronto lo nuevo me recuerda a lo viejo, y aprendo a ver las relaciones como algo temporal. Cuanta gente, cuanta gente que se redujo a una sola palabra: Despedidas.
Y el sentimiento suele ser el mismo, cada vez un adiós me duele más parecido. Ahora me despido y pienso que todo es un dejavú, ahora ya no distingo de quién me estoy yendo, o qué estoy dejando de mí ahí. Y cuando lloro una ausencia, no sé si estoy llorando esa, la pasada, o todas juntas. Ya no sé quién me duele, las memorias se entrelazan, y todo tiene el mismo sabor.
Entonces me acuerdo de una frase de Sabina: "Todos los finales, son el mismo repetido". Nunca la había entendido. Ahora solo pienso en eso.
Sabina tenía razón.
Sol Iannaci.
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