Promesas

Me dijiste que nunca me harías mal, y lo hiciste. Me había sostenido a tus palabras como si fueran el único salvavidas en el mar, pero no lo eran. Y cuando la mentira se descubrió y el agua me invadió los pulmones, casi sin oxígeno recogí las piezas y me volví a juntar, con el ego menos intacto, pero el amor propio todavía sano. Entendí todo lo que nunca fuiste y jamás serías. Deshice de mi cabeza y corazón la imagen tuya que había creado, y te vi real. No me gustó lo que había. Creí un poco menos en vos y bastante más en mí, te corrí del primer plano, te lloré varias noches pero cada vez un poco menos. Entendía que no valías la pena, pero igual te estaba sufriendo. Me dolías, pero cada día estabas más alejado de lo que pensaba y y más cerca de lo que no quería ni cerca, ni al lado, ni nunca. Y en el medio de tu desamor, me encontré a mi misma otra vez. Respiré, estaba calmando.
Te dije que nunca te dejaría de querer, y lo hice. Te habías aferrado a mis palabras y confiabas en que no iban a cambiar ni aunque me dejaras ahogar. Pero ya lo ves: Todos hacemos promesas que no podemos cumplir.

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